Desparrame

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El fútbol con cuatro gatos. La grada vacía; las acémilas, fuera, y la gente de bien, en casa. Tampoco es que el choque invitara al sacrificio de una noche lejos del hogar, dulce y cálido hogar –en Polonia–. En previsión de ese desangelado escenario, desmantelado por la barbarie, Zidane contraatacó con munición extra sin calcular los riesgos. Añadió a Morata a la BBC. El desparrame. El Legia, el más goleado de la Champions, ni siquiera había sumado un punto en los tres encuentros precedentes; tampoco merece unos seguidores como esos animales que le han dejado huérfano, ni enfrente, acaso, una defensa colosal: jugó Coentrao. Su presencia, síntoma de superioridad tan significativo como el abuso de artillería. Bastó un minuto a Bale para dar la razón a su entrenador y 90 para constatar que el esquema defensivo del Real Madrid es una bicoca.

Con los ultramamelucos a buen recaudo o, por lo menos, controlados, el descosido táctico del partido presagiaba más goles de los que hubo, cuatro en la primera hora, dos en cada portería. Para hacérselo mirar, que dicen en el Foro. El Madrid de Zidane no pierde desde abril, es un dato, pero le cuesta tanto mantener la portería a cero como a Cristiano no sacar el revolver de la funda. Dispara a todo lo que se mueve, y a lo que no, chuta con posibilidades de marcar y con probabilidades de hacer el ridículo por tirar. Tiene bula. Se enfada si piensa que está en posición de remate y no le pasan el balón. Los aludidos miran para otro lado. Y en el mientras tanto, ocasiones al limbo, o al cancerbero, despiste general, Benzema a la ducha y el 3-2 del Legia que Kovacic edulcoró con el 3-3.

Si los mamarrachos hubiesen imaginado tres goles al Madrid –cuatro, con el del Bernabéu–, se habrían quemado las pestañas en lugar de incendiar el graderío del Estadio del Ejército Polaco. Y si Zizou hubiese imaginado este desastre, porque el 3-3 es un baldón, se habría ahorrado el viaje y el experimento. Las victorias las firman los delanteros; pero las rubrican los equipos. El Madrid no lo es. Al menos en Varsovia.

Source: Deportes

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