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En el fútbol, como en la vida, muchas oportunidades aparecen por las degracias de los otros. Es lo que le puede pasar a Zidane, que entrena al filial del Madrid en Segunda B, su primer trabajo como primer entrenador, y que puede convertirse en el técnico del primer equipo. Nadie sabe cómo puede empezar una carrera, pero tampoco cuántos trenes van a pasar. Benítez lloró en su presentación en el palco del Bernabéu porque para llegar al Madrid, al club en el que jugó cuando era un adolescente con sueños de futbolista, tuvo que pasar por muchos equipos, aprender, viajar, ganar. Para al final encontrarse con que lo que soñamos con los ojos abiertos muy poco tiene que ver con la realidad.
Es probable que el trayecto de Zidane hacia el banquillo del Santiago Bernabéu sea mucho más corto. Y en el club esperan que resulte mejor. El francés ya estuvo con Ancelotti y con Paul Clement, en lo que fue todo un master para él, que terminó con la consecución de la «Décima». Después se le ofreció el banquillo del filial, empezar sin presión, aunque con algo de responsabilidad y el francés lo entendió como un modo de seguir adquiriendo experiencia. Lo que no esperaba es que su nombre estuviese ahora tan cerca de aterrizar en el primer equipo.
Porque por delante de Mourinho, de Capello, de Conte, de Víctor Fernández y casi hasta por delante de Rafa Benítez, está el francés. Es la gran esperanza si el Madrid no remonta de manera urgente. Conoce el vestuario, conoce la casa, es respetado por los jugadores y por toda la institución. Además el Zidane futbolista dejó un recuerdo imborrable en la grada del Bernabéu, en la que se hacía el silencio cada vez que tocaba la pelota. Durante mucho tiempo antes y también después no vio el estadio un jugador con ese estilo: era plástico y parecía lento, pero era más que rápido. Tenía gol y visión de juego. Su forma de jugar creó una nostalgia que aún perdura y eso le va a ayudar para, si es que llega el momento, ganarse a unos socios descreídos de casi todo, con ganas de pelea y que necesitan agarrarse a algo para afrontar el invierno.
Cuando estuvo de segundo de Ancelotti la labor de Zidane era la de aprovechar su experiencia como futbolista para aconsejar a los jugadores. Se le veía entrenar con Jesé, aconsejar a Benzema y tener un trato correcto con todos. A Benítez, las estrellas de la primera plantilla le ven como un estudioso, insistente y con conocimiento, pero también como un hombre que no ha formado parte de ningún vestuario como jugador. No tiene pasado en el fútbol de élite, porque una lesión acortó su carrera. No pudo triunfar en el Madrid y se tuvo que buscar la vida en clubes menores. Los futbolistas son seres muy peculiares, convencidos de que son los mejores en lo que hacen y no aceptan de buen grado que alguien les diga cómo tienen que hacer las cosas técnicas de su trabajo.
Y menos alguien sin pasado. A Zidane, en cambio, no pueden echarle en cara. El francés lo ganó todo como futbolistas y su técnica, ahora mismo, quizá sea mejor que la de cualquier futbolista en activo, porque se pierde velocidad y físico, pero el control de la pelota o la manera de moverse siempre se mantiene. Zidane impone respeto y jerarquía sólo por ser quien es.
Source: Deportes