"Vigilamos hasta las pecas"

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Veinte personas, todas miembros del Real Madrid (sin acceso a nadie más) y un panel de televisores situados en una sala en un lateral del estadio, cerca del fondo sur, controlan toda la seguridad del Santiago Bernabéu. Es la UCI (la Unidad de Control Integral), el lugar más importante estos días, el cerebro de la seguridad, desde donde, con la tecnología más adelantada, el club blanco puede presumir de tener uno de los estadios, si no el más, seguro del mundo. Y como en todos los campos de fútbol de España, hay otra sala del UCO de la Policía. Ambas están interrelacionadas y en caso de que ocurra algún incidente es la Policía quien tomará el mando de la situación y tendrá prioridad. Además, claro, de existir un gabinete de crisis para situaciones excepcionales.

No hay lugar para el temor, no hay lugar del estadio que escape a su vigilancia, gracias a las 500 cámaras repartidas por todas las zonas, que vigilan desde los accesos, hasta los pasillos, llegando a las gradas. Esas imágenes van saltando a las salas de control del Madrid y de la Policía, en intervalos de tiempo y de una zona a otra, pero, sobre todo, las cámaras hacen un análisis inteligente de las imágenes. Es decir: si las cámaras detectan que en un pasillo, una persona, en vez de seguir caminando, se queda quieta más de un minuto, mandan un aviso. Entonces se hace visible en la sala de operaciones y enseguida se manda a alguien allí a que compruebe qué sucede. También detectan si hay un elemento extraño, como una mochila, que se haya dejado allí. Ocurriría lo mismo: esa imagen toma prioridad en las televisiones del centro de control.

Nada puede ocultarse a su visión: pese a la multitud que ocupa las gradas, en cuanto ocurre un suceso extraño, un comportamiento fuera de lo habitual, las cámaras lo recogen y con su «zoom» se puede llegar a ver «hasta las pecas de quien lo ha hecho», aseguran en el equipo de seguridad. Si lo sucedido ha sido protagonizado por un socio, yendo a la base de datos, en cuestión de segundos se sabe quién ha sido. Se imprime y ya se tiene la imagen del responsable. Son imágenes que se guardan durante 30 días, a no ser que la Policía las necesite.

Casi nadie piensa que algo grave pueda ocurrir en el estadio porque es muy difícil que alguien se cuele. Si pretende saltar por encima de los tornos de entrada para acceder al estadio, el análisis inteligente lo detecta y la cámara manda el aviso a la UCI. O si los tornos delatan algún contratiempo al pasar una entrada: o bien porque no abre bien o bien porque no es válida, la imagen de la cámara lo recoge y lo manda al centro de control.

Todas las entradas pasan por tornos. Es decir, si alguien consiguiese falsificar una a la perfección, el código de barras sólo permitiría pasar una, pero ninguna copia más. Lejos quedan los tiempos, de hace ya 20 años, en los que algunos socios que entraban en el Bernabéu, luego lanzaban el carné a la calle y de ese modo conseguían colarse así un número indeterminado de personas. Ahora sería imposible porque casi se ha eliminado el factor humano o las amistades en las puertas que permitían la entrada. Toda infracción es detectada y evaluada en el centro de control.

Mañana se hará la primera prueba de seguridad en el Bernabéu y cinco horas antes de que empiece el encuentro, la segunda, como prueba real de que funcionan todos los sistemas. No es nada excepcional. Es la rutina que se hace antes de cada encuentro, porque en el Madrid los protocolos son muy estrictos, sea una semifinal de la «Champions», un partido de Copa contra un equipo de una división inferior o como el encuentro del sábado, una situación excepcional para un estadio más que preparado.

Source: Deportes

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