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El fútbol es tan caprichoso a veces que puede abocar a un duelo a muerte por seguir en la «Champions» a un entrenador y a un portero con un tormentoso pasado común. Los hados del fútbol han querido que el Oporto y el Chelsea o, lo que es lo mismo, Casillas y Mourinho se enfrenten hoy en la última jornada del Grupo G empatados a puntos y que sólo pueda quedar uno siempre que el Dinamo consiga en Kiev la victoria ante el flojo Maccabi que todo el mundo espera. Si los ucranianos no fallan, el empate sólo serviría a Mourinho, que aliviaría su situación en Londres a costa del portero al que sentó en el banquillo cuando era el mayor ídolo del madridismo. Aquel partido de La Rosaleda en el que Adán fue titular dio paso a una guerra, por momentos caliente y a ratos fría, a la lesión en la mano de Iker, al fichaje de Diego López, a la sensación de que el «santo» no jugaba por algún motivo más que los simplemente deportivos y a la frase del técnico asegurando que con él al mando «siempre» sería Diego el titular de la portería. Casillas nunca fue el mismo desde aquello, ni antes ni en las dos temporadas posteriores a la marcha del técnico. Ahora ninguno es del Madrid y se juegan la vida con sus nuevos proyectos. En Oporto se produjo el reencuentro con victoria para Iker y apretón de manos sin grandes alardes afectivos. Hoy se vuelven a ver, pero sólo podrán quedar los dos en pie si el Dinamo empata o pierde con el Maccabi, que todavía no ha puntuado en esta Liga de Campeones.
«Si le estreché la mano en Oporto, ¿por qué no le voy a saludar mañana (por hoy)», aseguraba en la rueda de prensa previa «The Special One», que ha vuelto a confirmar en su nueva etapa en el «Bridge» que sus terceros años son siempre los peores. Su Chelsea es decimocuarto en la «Premier», donde ya ha acumulado ocho derrotas. En Inglaterra están convencidos de que Abramovich ha perdido la confianza en él, algo que el portugués no ve así. «El dueño sabe la cantidad de cosas buenas que he hecho por este club y que soy el hombre ideal para el puesto de entrenador. Ha confiado en mí en dos ocasiones: cuando me trajo de vuelta y cuando me ofreció un nuevo contrato por cuatro años más. El propietario no es una persona que cambie con el viento. Soy un hombre optimista», se defendía el técnico.
«¿Si pierde hoy será el entrenador del Chelsea en el próximo encuentro?», le preguntaron. «Aquí no hay hipótesis, se trata de ganar, empatar o perder», replicaba. «Sólo es otro partido más de Liga de Campeones, que los resultados han convertido en eliminatorio», continuaba. «Mou», que no quiso contestar en español a una cuestión expresada en este idioma, cree que el juego de su equipo ha mejorado en los últimos encuentros, pero la mala suerte y la falta de puntería les ha condenado. Hoy necesita ganar para no depender de nadie y ser primero de grupo. El empate la vale para clasificarse, pero sería como segundo si el Dinamo suma los tres puntos. Si los de Kiev no tropiezan, la derrota dejaría fuera de los octavos de final a Mourinho, algo que no le ha sucedido, al menos, en las últimas seis temporadas. Un periodo en el que ha sido campeón con el Inter y ha alcanzado cuatro semifinales (tres con el Real Madrid y una con el Chelsea). Quién sabe si las manos en las que no confiaba para defender la portería del Real Madrid le pueden dejar hoy fuera de la Liga de Campeones.
Source: Deportes