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“Pasé de ser un atleta a un niño de cristal”, recuerda Santi Juncosa (Reus, 1955), al que una lesión le impidió viajar a Bruselas para jugar la primera final de la historia del Atlético en la Copa de Europa. En aquella primavera de 1974, Juncosa era jugador del juvenil, pero comenzó a entrenar con el primer equipo y allí se quedó. Fue a Murcia, convocado con el primer equipo, pero no jugó. A la semana siguiente, en Zaragoza, jugó de titular “y Cabrero fue suplente”, recuerda. Pero algo no iba bien. “Notaba un dolor en la zona inguinal, entonces no se sabía lo que eran las lesiones de pubis. Aguantaba quince o veinte minutos bien, pero me dolía al hacer un cambio de ritmo o al chutar. En ese partido me quedé seco”, recuerda Juncosa. Viajó Cabrero para enfrentarse al Bayern y él se fue a Reus a operarse. Después llegaron un par de operaciones más y lesiones continuas que acabaron retirándolo de manera prematura. “A los 22 o 23 años”, dice.
Al dejar el fútbol regresó a Reus. Allí estaba su novia, que más tarde sería su mujer, y aunque siguió jugando con el Reus, su camino ya estaba en otro sitio. Se sacó el carné de entrenador, pero prefirió dedicarse a la docencia. Comenzó a trabajar en el colegio La Salle, donde continúa casi 40 años después y desde donde atiende la llamada de LA RAZÓN. “¿Otra vez te está llamando la prensa?”, le dice una de sus compañeras del colegio en el que es profesor y coordinador de Deportes. Por las tardes, colabora con la dirección deportiva del Reus. “Ayudo en lo que me piden, aunque cada vez el fútbol estás más profesionalizado”, explica. ¿Es un asesor altruista del club? “Altruista siempre”, afirma sin poder contener la risa.
Nunca ha querido ser entrenador del Reus. “Prometí que nunca lo sería y con 60 años no me voy a poner a entrenar en otro sitio”, dice. “Mi trabajo está en La Salle”, añade. Por sus manos han pasado miles de niños, es un personaje en la ciudad y el trabajo de entrenador es demasiado desagradecido.
De su paso por el Atlético le quedan muchos amigos y muchos recuerdos, como la admiración por Luis Aragonés. “Jugué un partido con él al lado y luego lo tuve de entrenador un año. Era un enfermo del fútbol, lo tenía todo clarísimo y aunque podía parecer un poco duro, lo decía todo a la cara”, asegura. Del Atlético le queda también el cariño de los que conocieron a su padre, José Juncosa, compañero de delantera de Escudero en los 50, que ganó dos Ligas con el Atlético.
Su padre murió, pero el partido de esta noche entre el Reus y el Atlético le hace especial ilusión a su madre. “Tiene noventa años y quiere que la lleve al partido, pero hace mucho frío”, confiesa. Se conformará con llevarla a la comida de directivas, donde coincidirá con Clemente Villaverde, gerente rojiblanco y ex compañero de Juncosa. Él sí acudirá al partido. “Está siendo una experiencia inolvidable, muy emotiva. El objetivo del Reus es subir a Segunda A, el año pasado nos quedamos en los playoff, pero nos hemos encontrado con este premio. En 106 años de historia, el Atlético nunca había venido aquí. Es una ilusión”, confiesa.
Source: Deportes