La hora del carácter

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«No me van a expulsar», dijo Zidane en uno de sus primeros días en el banquillo del Real Madrid cuando se explicó que no hay segundo entrenador para sustituirle en esa emergencia. Y la verdad es que el técnico francés no ha dado ni un motivo para que le echen: ha mantenido la misma actitud en los buenos días y en los malos, con mucha pasión, pero sin alterarse más de la cuenta y sin pelearse con los árbitros o rivales. Él se fija en su equipo y evita cualquier tipo de polémica. Es un entrenador que mantiene la calma, pero quiere que sus futbolistas sean agresivos en el campo, que no rehúyan los choques y que piensen que pueden llevarse todos los balones. «Hay que meter la pierna», «hay que ganar las entradas», dijo después de la derrota contra el Atlético.

Para él fue uno de los motivos por los que se perdió ese duelo decisivo y no quiere que se repita. El equipo está bien físicamente y tiene el ánimo intacto. Ahora necesita que vayan en cada jugada como si fuese la última. Que ni el ambiente ni la distancia de puntos hagan tímidos a sus jugadores. «Nos dejaremos el alma en el campo», decía ayer Casemiro.

El mensaje tras la derrota contra Las Palmas fue contundente. Había que cambiar el modo de jugar y de ser. Y aunque la victoria frente al Sevilla cambió el humor para bien, Zidane no quiere que el equipo olvide la lección.

Él sabe muy bien lo que es ganar en el Camp Nou (como jugador disputó allí cinco partidos: venció en dos, empató dos y sólo perdió uno) y tiene muy claro que el equipo tiene que ser valiente y no arrugarse ante ninguna adversidad, que el fútbol también es saber apretar. En el Barça son Luis Suárez y Neymar los que más faltas hacen. Se lo pide Luis Enrique para impedir que el rival juegue rápido y pille a los suyos descolocados. Ésa es una forma de ser agresivo. En el Madrid no sucede eso: quien más faltas hace es el lateral derecho, Danilo, que además, no es el que más partidos ha jugado. Eso resta fiereza, en el buen sentido del término, a todo el equipo. Al Madrid le falta conocer el modo para disputar ese tipo de fútbol, que consiste en cortar al rival, robarle balones y responder a las posibles provocaciones.

Zidane puede poner su ejemplo: en un duelo contra el Barcelona, con Luis Enrique de capitán, en 2003, en el Santiago Bernabéu vivió un día lleno de incidentes. «Zidane no ha podido jugar tranquilo porque desde el primer momento le han dado muchas patadas; no me refiero a patadas para lesionar, pero sí de esas que interrupen el juego constantemente», explicaba ese día Roberto Carlos, que también estuvo en ese partido.

En una de esas jugadas, el entonces jugador del Real Madrid recibe un par de veces la pelota y detrás, enseguida, aparece Puyol. Hay un momento en el que el francés se cansa y en un recorte deja el brazo a su espalda para golpear al defensa del Barcelona, que cae dolorido. Entonces aparece Luis Enrique, con el brazalete en el brazo, hecho una furia, corriendo hacia Zidane, gritándole en su cara. El francés era elegante en el campo, pero también se convertía en una fiera cuando no podía más. Ese día le sucedió: agarró a Luis Enrique, le cogió de la cara y entonces se formó un tumulto con la llegada de casi todos los jugadores. Les separaron, comenzaron pequeñas batallitas en otros lados, pero Zidane seguía buscando a Luis Enrique, porque todavía no se habían dicho todo lo que tenían que decirse. Las crónicas destacan que el mejor de aquel encuentro, que terminó con empate a uno, fue el actual entrenador azulgrana. Es decir, que se jugó el partido que él quería. «Ha sido un partido muy alterado, con muchas interrupciones y faltas», decía en su momento Vicente del Bosque, entrenador blanco. Y lo que hizo Zidane en un choque así fue dar la cara.

El entrenador no quiere que sus jugadores se distraigan en otras cosas que no sea jugar, pero tampoco quiere que no den la cara en los momentos decisivos. Muchas veces, el Real Madrid acusa la falta de personalidad, de jugadores con carácter para ir al choque y ganar las duelos con los rivales. Llegan los días decisivos, se tiene que ver quién manda.

Source: Deportes

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