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«Simeone para nosotros es como un dios. Llegó al club y lo cambió absolutamente todo. Lo que nos dice se hace realidad. Si nos pide que saltemos de un puente, saltaríamos. Sabe mucho de fútbol y nuestro grupo le sigue a ciegas». Las palabras de Tiago antes de la final de la Liga de Campeones de 2014 demuestran lo que significa Simeone para el Atlético. Fue presentado el 23 de diciembre de 2011 –ayer hizo cuatro años – como entrenador de un equipo que acababa de perder en casa con el Betis (0-2) y de ser eliminado de la Copa por el Albacete, de Segunda B.
El Atlético había conseguido 19 puntos en 16 partidos de Liga. Era décimo, estaba cuatro puntos por encima del descenso, cinco por debajo de la clasificación para la Liga Europa y a diez de la Liga de Campeones. Con Simeone consiguió 37 puntos en los 22 partidos que quedaban, terminó quinto, a dos puntos de la Liga de Campeones y ganó la Liga Europa en Bucarest al Athletic.
«Quiero lo que es el Atlético históricamente: un equipo fuerte, aguerrido, contragolpeador, veloz», dijo en su presentación y lo ha repetido en varias ocasiones. La transformación no tardó en verse reflejada en el campo. Contaba con la ventaja, además, del respaldo directivo que nunca tuvo Manzano, su antecesor en el cargo. Además, supo aprovechar la herencia en lugar de derrumbar todo lo anterior. Profundizó en la idea de reconvertir a Juanfran en lateral. Con el tiempo, el antiguo extremo llegó la Selección, ganó la Eurocopa y ahora es titular en el costado derecho de la defensa de la Roja. Se fijó también en Koke, un chico de la cantera que entonces comenzaba a aparecer poco a poco en el primer equpo. Manzano evitó su cesión al Mallorca y Simeone hizo de él un jugador fundamental cuando al año siguiente tuvo que afrontar la salida del brasileño Diego.
Después continuó sumando victorias: la Supercopa de Europa, la Copa, la Liga y la Supercopa de España, además de ser finalista de la Liga de Campeones en 2014. Sólo el año pasado no logró un gran título, se conformó con la Supercopa de España ganada al Real Madrid. En este tiempo, Simeone ha dirigido al Atlético en 228 partidos entre todas las competiciones. Ha ganado 144 partidos, ha empatado 46 y ha perdido 38.
En los banquillos españoles no queda ningún entrenador de los que dirigían en Primera. Sólo Simeone se mantiene. Por el banquillo del Barcelona han pasado el fallecido Vilanova, Martino y Luis Enrique. Por el del Madrid, Mourinho, Ancelotti y Benítez. Simeone se mantiene y «seguirá el tiempo que quiera», dice el presidente del Atlético, Enrique Cerezo.
Simeone es un símbolo para el Atlético y para su afición. Es el «jugador» más aplaudido por la grada, con la que apenas ha tenidos dos pequeñas diferencias. Dos veces le ha pitado el Calderón y en las dos ocasiones por cambiar a Griezmann, una la temporada pasada y otra esta misma contra el Sporting de Gijón.
«Lo de Simeone en el Atlético es espectacular», dice desde Uruguay Diego Forlán. El delantero no llegó a coincidir con el Cholo en el Atlético, se fue en la pretemporada del año que llegó el argentino. Falcao fue entonces el delantero y su sustitución ha sido otro de los méritos del entrenador rojiblanco. Primero fue Diego Costa, después Mandzukic y ahora Vietto, Fernando Torres y Jackson Martínez pelean por ocupar el puesto de jugador más adelantado. Ninguno de ellos ha conseguido explotar esta temporada, pero Simeone ha conseguido disimular su falta de goles convirtiendo a Griezmann en un goleador. Un trabajo que comenzó el año pasado y que continúa.
El francés marcó 52 goles en 202 partidos repartidos en cinco temporadas con la Real. Su porcentaje de acierto no llegaba al de un gol cada tres partidos. En el Atlético lleva 37 en 74 encuentros, un gol cada dos partidos. Otro de los méritos del Cholo.
Source: Deportes