Ahí queda eso

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Una «pole» perfecta y una victoria colosal fue el último servicio de Lorenzo a Yamaha, la fábrica que le dio la oportunidad de subir a MotoGP y en la que soñó estar toda la vida. No ha sido fácil para él tomar un camino distinto, como no lo fue contener las lágrimas ayer. Entró en el box en medio de una ovación, saludó a todos los miembros de su equipo y después cruzó al otro lado para marcharse completamente en paz. Jorge tomó la iniciativa para un apretón de manos con Rossi en el día en el que dejaban de vestir los mismos colores. Después de una temporada complicada y varias carreras en lluvia para olvidar, Lorenzo se regaló un fin de semana brutal, sólo reservado para talentos de su tamaño. Ganó de principio a fin, sin oposición, excepto las últimas vueltas en las que Márquez amenazó con una remontada histórica. Marc se quedó sin vueltas para ganar, aunque ya lo había hecho reconquistando el título mundial unas semanas antes en Japón.

La sensación ayer en Valencia era la del último día de colegio, en el que hay muchas ganas de terminar y vértigo por lo que viene después, que este invierno es mucho en MotoGP. Lorenzo gritó con rabia su último triunfo de azul y, sin mucho tiempo para hacerse a la idea, mañana prueba la Ducati. Deja una moto ganadora para subirse a otra con muchas opciones, pero que después de Stoner ha tenido apariciones secundarias. «Ha sido un final inolvidable, el mejor que puede tener una película, una larga película de nueve años en la que ha pasado de todo. Hemos conseguido, la mayor parte del tiempo, momentos dulces, pero también momentos duros. Me quedo con los tres títulos mundiales y con haber tenido mejores resultados que Rossi con la misma moto», reconocía Jorge. «Tenerlo como compañero fue siempre una gran motivación, seguro que será competitivo en Ducati», respondía Valentino, que ha conseguido que Yamaha apueste un poco más por él que por su compañero. Por eso Lorenzo fichó por Ducati, para sentirse querido y valorado de verdad. Al «dottore» le llega ahora Viñales como vecino de box, otro chico con unas ganas enormes de hacer historia y ninguna de respetar las canas. Su relación en la distancia es buena, de admiración mutua, hasta el punto de haberse ayudado este curso en las clasificaciones los sábados, pero sólo hará falta una chispa para que los puentes se incendien.

Márquez no cambia de colores, se queda en Honda esperando no tener que poner tanto de su parte como este año hasta que los ingenieros encuentren el camino correcto en la evolución de la moto. Defenderá título ante un panorama distinto y siente curiosidad por cómo se adaptará Jorge a la Ducati. «Le deseo lo mejor, pero si va más rápido que con la Yamaha tendremos problemas», admite Marc. Ayer acabó todo, pero el futuro empieza mañana.

Source: Motociclismo

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