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El Atlético ha cerrado una primera vuelta muy buena. Sin llegar a los números de hace dos temporadas, cuando fue campeón –acabó segundo y sumó 50 puntos–, los diecinueve partidos disputados por los rojiblancos sirven para sacar conclusiones, pese a que la estadística en el fútbol muchas veces no hace buenas migas con la realidad. El éxito, si se entiende por éxito ser provisional campeón de invierno, a expensas de lo que haga el Barcelona en Gijón el 17 de febrero, está basado en el trabajo colectivo, como incide Simeone.
El Atlético tenía que ser un «equipo molesto» como pedía su técnico y lo ha conseguido. Tanto que aventaja al eterno rival en cuatro puntos y al Barça, en dos a mitad de curso. Ése es el objetivo de Simeone, que no se sale del carril del partido a partido, pero que está dispuesto a meter una dentellada a la Liga si sus dos rivales, mucho más poderosos en lo económico, se relajan.
Y la clave para que los rojiblancos miren por encima del hombro a los mas grandes es el balance defensivo que presenta el equipo. La labor colectiva es fundamental. Desde la presión que ejercen en campo rival los Griezmann, Vietto, Carrasco, Torres o Jackson, al trabajo ordenado y de ayudas de Koke, Saúl, Gabi, Tiago, y ahora Augusto, cuando el rival tiene la pelota y trata de organizarse. Cerrar espacios, presionar, retrasarse unos metros para juntarse con los defensores e impedir que los atacantes enemigos vean opciones de remate o de pase.
Luego queda la línea de cuatro, en la que el papel de Godín es determinante. El uruguayo sabe leer el juego, sabe encimar al delantero rival y hace siempre lo más conveniente. No tiene apuros para dar un patadón si es necesario o es capaz, recordando sus tiempos de delantero, de salir con el balón jugado. Ayuda a Filipe Luis cuando es necesario a la hora de bascular y corrije los movimientos de Giménez, cada día más asentado, pero que a veces comete errores infantiles. Juanfran en la derecha es su seguro. Su reconversión fue un acierto y el alicantino defiende con templanza y ataca con calidad por la banda.
El que echa el cerrojo es Oblak. Portero sobrio, serio, que atrapa la pelota y que crece en cada partido. Sólo ha encajado ocho goles. De ellos, cinco en el Calderón (Neymar, Messi, Benzema, Alcácer, de penalti, y Laporte han sido sus verdugos) y tres fuera (Leo Baptistao, Lucas Pérez y Charles). En doce partidos el Atlético no ha encajado gol.
En Villarreal y en Málaga, dos derrotas, el equipo se quedó a cero. Malo para el Atlético que ha rentabilizado al máximo sus 27 goles. Griezmann con diez es su pichichi. Carrasco (3) y Jackson y Torres (2) confirman que el gol es la asignatura pendiente. Ahora, manda la defensa.
Source: Deportes