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La película de su vida ha marcado a Cristiano Ronaldo más que los defensas del PSG y del Sevilla, quienes, sin exhibirse, lo anularon o simplemente aprovecharon la distracción filmiconarcisista del icono para acotar su misión sin esfuerzos extraordinarios. Dos partidos «in albis», dos encuentros consecutivos a verlas venir. Dos decepciones del equipo, pese a una victoria, en las refriegas. Seguro que es una mala racha, que enchufarse al gol una jornada tras otra no es sencillo ni para este portento rematador… Salvo que no juegue en su posición y Benítez le haya colocado en una demarcación incómoda.
Incómodo debería sentirse Rossi por la sarta de burradas y el rosario de insensateces que vomitó en Valencia tras la proclamación de Jorge Lorenzo, mejor piloto del Mundial 2015 por ser el más rápido y el que más victorias, poles y récords ha acumulado. La otra conclusión es que Valentino fue un gran campeón que ganó su último título hace seis años y que no ha digerido su inferioridad en los últimos seis grandes premios.
Campeones hay en el reino de Putin que van a dejar de serlo, que van a perder su condición porque llegaron a la cúspide con trampas, auspiciadas por una dirigencia que, a tenor del descubrimiento de la AMA, no era sino un nido de áspides. Organizaron el dopaje clandestino de sus atletas, ocultaron positivos, sobornaron y cobraron a los deportistas por ello. El ministro del Deporte, Vitaly Mutkó, al mando del Mundial de Fútbol de 2018 y miembro del Comité Ejecutivo de la denostada FIFA, aparece detrás del entramado que podría dejar a Rusia fuera de los Juegos de Río. En 1984, los deportistas soviéticos no fueron a Los Ángeles respondiendo al boicot de los Estados Unidos a Moscú’80. Esto no es lo mismo. Los dirigentes han vuelto a ciscarse en las reglas del deporte, como Valentino.
Source: Deportes