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Ángel María Villar espera tranquilo el veredicto de la Comisión de Ética de la FIFA. No imagina un castigo que vaya más allá de una amonestación, una mínima inhabilitación temporal o una multa económica. Quizá una combinación de las tres posibilidades, pero nada que comprometa su futuro como dirigente del fútbol español, europeo o mundial. «Puede que meta la pata, pero no mete la mano», afirman en el entorno de Ángel María Villar. «No está implicado en ningún caso que tenga que ver con la corrupción. Está limpio», insisten. Y destacan que el presidente de la Federación española no está investigado ni imputado.
Si Villar ha sido expedientado por la Comisión de Ética no es por dinero. Le acusan sólo de no colaborar con el fiscal estadounidense Michael García, que investigó las posibles impurezas del proceso de elección de Rusia y Qatar como sedes de los Mundiales de 2018 y 2022. Villar dudaba de la imparcialidad del fiscal, ya que Estados Unidos era una de las candidatas a organizar el Mundial de 2022 –fue segunda en las votaciones–, pero sí respondió a las preguntas de García. «Vengo aquí dispuesto a colaborar al máximo», le dijo el presidente de la Federación española, aunque el fiscal no encontró lo que buscaba en sus palabras. Por eso abrió la instrucción el Comité de Ética. Ahora, la decisión está en manos de su órgano sancionador.
La elección de los Mundiales de Rusia y Qatar es el origen del terremoto que ha puesto la FIFA patas arriba. A España se la acusó en su momento de «asociación ilícita» por «cambiar votos» con la candidatura qatarí. Una investigación que quedó en nada después de que testificaran ante el fiscal Miguel Galán y Miguel Ángel López, los dos hombres que presidieron la candidatura ibérica. Según el entorno del presidente, queda descartado que Villar colaborara en la compraventa de votos, ya que España era la candidatura mejor valorada por la comisión técnica. El único aspecto negativo del proyecto era la seguridad, entre otras cosas por las dificultades de coordinación, al ser dos los países organizadores. La candidatura qatarí fue la peor valorada.
Pero ése no es el único aspecto extraño de Qatar 2022. Todas las candidaturas estaban obligadas a firmar un contrato con la FIFA en el que se establecían unas fechas fijas e inamovibles para los dos Mundiales, que se celebrarían entre los meses de junio y julio, como es habitual. Sin embargo, la FIFA modificó las fechas con posterioridad para que el Mundial de 2022 se dispute en invierno en lugar de en las fechas previstas cuando las temperaturas pueden acercarse a los 50 grados.
Algunos ven en ese punto el comienzo del final para la actual estructura de la FIFA. Estados Unidos, segunda en las votaciones, no reclamó el cumplimiento del contrato. Poco después se hizo visible el fiscal Michael García, que no pudo demostrar lo que buscaba, la compra de votos por parte de las candidaturas de Rusia y Qatar.
La casualidad ha querido que Villar termine siendo presidente del comité organizador del Mundial 2018, el que pretendía organizar España. Por el momento lo es con carácter interino, aunque muchos ven en ese nombramiento la confirmación de que Villar está fuera de las sospechas de corrupción. No hubiera sido lógico que le nombraran para después tener que destituirlo por una condena de la Comisión de Ética. Si la decisión del órgano que busca la pureza dentro de la FIFA fuera una sanción grave, «él mismo hubiera renunciado al nombramiento», dicen los que le conocen bien. Ya lo hizo cuando Platini fue inhabilitado y no quiso asumir la presidencia circunstancial de la UEFA. Eso hubiera sido tanto como asumir que Platini es culpable, pero Villar no juzga. Prefiere que sean los jueces quienes lo hagan. Por eso presidió el primer comité ejecutivo sin la presencia del francés como vicepresidente primero. Por eso nadie ocupa el sillón del presidente.
Él calla y se limita a heredar los cargos que recibe de Platini, aunque sea en situación de interinidad. «Sus próximos pasos, sólo él los conoce», dicen.
Source: Deportes