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Había una pequeña preocupación en el Madrid por cómo estaba respondiendo el público a los partidos en el Santiago Bernabéu. No llenaba el estadio, quizá no satisfecho con el juego del equipo. Lo cierto es que el mes de diciembre fue un sufrimiento continuo, con críticas al entrenador y todos los periodistas midiendo el nivel de los pitos cuando decían el nombre del técnico y de algunos jugadores. No se vendían todas las entradas y se veían sitios vacíos en el Santiago Bernabéu. Tampoco ayudó que fuese un mes con fiestas y puentes durante los fines de semana. Pese a todos los matices, era un hecho que faltaba calor entre el socio del Real Madrid y la plantilla. Había una distancia considerable entre ambos y pocas ganas de construir algo juntos.
Zidane ha transformado esa relación. Los socios madridistas guardan un recuerdo imborrable de cuando el francés jugaba al fútbol y mostraba cosas que no hacía nadie. El gol de la «Novena» le da margen para hacer lo que quiera, pero además él ha sabido conectar con la gente. Sus conferencias de prensa, sin dar muchos apuntes técnicos, irradian optimismo, lo que se conoce como buen rollo, da la impresión de que es un técnico que lo tiene todo controlado y en el que puedes confiar. Y el público ha respondido con entusiasmo. Las goleadas del Madrid y los ratos de buen juego que ha tenido han hecho que el público vuelva a las gradas del estadio y lo haga, además, con otro ánimo. Ya no quiere buscar culpables, encontrar enemigos, separar, hacer pagar. Ahora quiere disfrutar y aplaudir con lo que hace Modric, el juego entre líneas de Benzema o las cosas que se le ocurren a Isco para cerrar la función. El sábado fueron 77.364 espectadores a ver el choque, una gran cifra.
Source: Fútbol