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La próxima vez que Real Madrid y Atlético se enfrenten en una final de la Liga de Campeones, la UEFA debe prever cambios infinitos, como en otros deportes, si no quiere que el espectáculo acabe convirtiéndose en un juego de supervivencia. Hace dos años, camino de la final de Lisboa, al Atlético se le fueron cayendo las piezas poco a poco. Primero fue Arda, que ni siquiera pudo vestirse de futbolista para la final. Más tarde, Diego Costa, que sólo duró ocho minutos en el campo. Y el Atlético fue debilitándose hasta quedarse sin laterales, con Juanfran y Filipe Luis en alma sobre el cuerpo, pero no sobre el césped.
Ayer la historia parecía diferente. Era el Madrid el que empezaba despedazándose por el costado derecho, con Carvajal tirado en el suelo llorando su desgracia. Él solo, en un mal giro, se hizo daño. Era una lesión muscular e inmediatamente se dio cuenta de que la final había acabado para él y que la Eurocopa, posiblemente, también. El lateral era uno de los ocho finalistas citados por Del Bosque para incorporarse el próximo día 4 a la concentración de «La Roja». El martes, el seleccionador, tenía previsto incluirlo en la lista definitiva de 23 para jugar en Francia.
Carvajal estaba roto, pero su lesión era sólo el anuncio de lo que llegaría después. Con los tres cambios ya consumidos, Zinedine Zidane vio cómo Cristiano estiraba junto al poste de Oblak. El portugués había tenido problemas musculares en la última semana, desde que Casilla lo arrolló en el entrenamiento del día abierto a los medios.
Cristiano tenía que aguantar para marcar el quinto penalti, el decisivo, el que daba la Undécima al Real Madrid. Igual que había hecho Bale con el suyo. La prórroga se había hecho demasiado dura para el galés, que quedó tendido en el área del Atlético después de una jugada de ataque del Madrid. El galés no podía abandonar, pero tampoco se le pasaba por la cabeza. En la siguiente jugada intentó una chilena que acabó con su culo golpeando contra el césped, incapaz de hacer el gesto que necesitaba el remate. Pero Bale cumplió con su responsabilidad y marcó el tercero en la tanda de penaltis.
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Modric terminó el partido con las medias bajadas, lo que unido a su gesto habitualmente melancólico le daba un aire derrotado por la batalla. Los tres tuvieron que ser atendidos por los fisios en el descanso que precedía a la prórroga. El croata, de pie, recibía masaje en los muslos. A Cristiano y Bale, tumbados sobre la hierba, les ayudaban a estirar.
En el campo contrario, la escena no era muy diferente. Koke y Filipe Luis también tenían que recibir la ayuda de los fisios. El centrocampista se quejaba de los isquios. Filipe Luis ya había dado síntomas de que el partido se le hacía largo. El brasileño fue el segundo cambio de Simeone. Dejó su sitio en el lateral izquierdo a Lucas y terminó el partido desconsolado. El siguiente en marcharse era Koke, para que entrara Thomas.
Sin el centrocampista, además, el Atlético perdía a uno de sus lanzadores más seguros desde el punto de penalti. Su lugar en la tanda lo ocupó Juanfran, que acabó tirando al poste en el disparo decisivo, el único que no se marcó en la tanda.
El Atlético, que había ofrecido indicios de estar más entero que su rival, acababa igual de destrozado. Los alabados métodos del profe Ortega no le alcanzan para llegar entero al último partido de la temporada. Y Simeone, al que le gusta confiar en su once inicial y guardarse los cambios para cuando el partido necesite un giro, se quedaba sin armas.
El técnico argentino había acertado con el cambio de Carrasco por Augusto. Es el acostumbrado cuando quiere dar un aire más ofensivo al equipo y, aunque ayer el centrocampista argentino no era el peor del equipo, acertó. El belga, el primer jugador de su país en marcar en una final de Champions, firmó el gol del empate. Simeone había acertado una vez más con lo que necesitaba para ganar el partido, pero se quedó sin munición después. La final se hizo demasiado larga.
Source: Deportes