"Rogamos desalojen con tranquilidad"

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Los jugadores del Real Madrid y de la Real Sociedad sudaban y pasaban mucho frío en la calle al lado del Santiago Bernabéu. Los tacos de sus botas golpeaban contra la acera. Algunos bromeaban, otros se ponían mantas encima y unos pocos no podían evitar la cara de susto. Estaban de uniforme de futbolista en mitad de la calle, tan sorprendidos como el resto de la gente que abandonaba el estadio. Pero parecían más fuera de lugar, más perdidos que el resto. El encuentro contra la Real Sociedad de aquel día de diciembre de 2004 se suspendió y los futbolistas de ambos equipos salieron con lo puesto, al igual que hacían las 70.000 personas que presenciaban el partido de Liga en las gradas. Fue un desalojo modélico, como recuerda un ex socio del club, la gente caminando por los pasillos del estadio, con tranquilidad y sin nervios, en busca de una de las puertas de salida. Por megafonía se mandó el mensaje que dio lugar a la evacuación: «Rogamos desalojen con tranquilidad el estadio», se dijo de la manera más aséptica posible, aunque todo el mundo entendió que era más grave de lo que esas palabras querían dar a entender.

Una llamada al periódico «Gara» avisaba de que una bomba iba a estallar en el Santiago Bernabéu mientras se disputaba el partido. Tanto la Policía como los miembros del Ministerio del Interior que se encontraban en el palco viendo el encuentro dieron verisimilitud al aviso y se decidió que lo más seguro era pedir al público que abandonase el Santiago Bernabéu.

Para los espectadores fueron menos de ocho minutos de tensión reprimida: había familias, niños, una banda juvenil de música… El fútbol es un lugar que acoge a todo el mundo. El pánico podía haberse apoderado de la multitud de 70.000 personas, pero nada interrumpió las medidas de evacuación. No hubo ni una carrera de más, ni un gesto de pánico. Quien sentía miedo lo escondía por dentro, mientras iba siguiendo al resto del público y las directrices de salida. «Hay que destacar la serenidad de la gente, que ha salido del estadio en muy poco tiempo, sin carreras, con normalidad… Ése es el hecho positivo de algo tan desagradable. Estos hechos no deberían producirse porque nadie entiende qué ventajas tiene algo así. Quiero felicitar a los cuerpos de seguridad», explicaba después del encuentro Florentino Pérez, el presidente de la entidad en ese momento, que aguantó en el palco hasta que el estadio se vació.

Los que estaban en las gradas más altas fueron los que más temieron, porque pensaron que quizá no tendrían tiempo para salir. Otros, en cambio, los más cercanos al campo, en vez de salir por las gradas, atravesaron el césped. En estos días, aquello hubiese sido una colección de «selfies» porque una vez pasada la impresión del aviso, la afición se lo tomó con tranquilidad, comprobando que no iba a pasar nada grave.

Quedaban siete minutos por disputar y en la calle nadie sabía qué había pasado y qué se podía hacer. El árbitro, Lizondo Cortés, estaba tan impresionado como el resto de los protagonistas. Al final, el encuentro no continuó. Los minutos que quedaban se disputaron el 5 de enero.

Dos años antes, ya se había vivido otra situación de miedo. ETA hizo explotar un coche muy cerca del estadio antes de una semifinal de «Champions» contra el Barcelona. Pese al alboroto que crearon los ultras, la Policía controló la situación.

Source: Deportes

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