"Papá, ¿me puedo hacer una foto con la Novena?"

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«Papá, ¿me puedo hacer una foto con la Novena?», decía un pequeño que ni había nacido cuando Zidane marcó de volea el gol que dio ese título al Real Madrid. Seguramente su padre le habrá contado quién fue el centrocampista francés, y tanto su cara como la de su hijo reflejaban una amplia sonrisa ayer en Valdebebas, en el primer entrenamiento de Zidane al frente del equipo. El club preparó el camino hasta el campo Alfredo di Stéfano con una réplica de cada una de las diez Copas de Europa del Madrid. La Novena era la más buscada por Zizou, y la Décima, por cercanía en el tiempo, aunque algunos nostágicos querían una instantánea con las primeras. La llegada del nuevo técnico tiene como uno de los objetivos devolver la ilusión a la gente, y eso ya se ha cumplido. En el entrenamiento abierto al público típico del día antes de Reyes, 6.000 personas había en las gradas, pese al frío que hacía, y el nombre de Zidane fue aclamado. Todo aplausos. Ningún pito, como últimamente recibía el equipo en su estadio, aunque también es verdad que muchos de los espectadores de ayer eran niños. El sábado se sabrá la sentencia definitiva, pero el cambio de sensaciones parece evidente. «Tiene que funcionar. Fue un gran jugador y esa experiencia se va a notar», decía Pedro, que acudía con su hija de la mano.

Pepe fue el primero en aparecer en el campo, a las 11:05. A su lado, Cristiano, que «jugaba» con el pelo de Marcelo. Después de la plantilla pisó el bien regado césped Zidane, y se llevó una ovación que se repetiría cuando se acercó a sentarse un rato en el banquillo. Se vio obligado incluso a saludar al público. «Bravo, Zizou», le gritaban.

Sujetando unos papeles o con las manos en los bolsillos o en la espalda, con el chándal que le queda tan bien como a los jugadores, el entrenador francés lo observó todo más o menos en silencio. Tuvo un par de charlas en el centro del campo y alguna individual con Casemiro y Jesé, un futbolista al que ya mimó cuando era el segundo de Ancelotti.

La sesión duró algo más de una hora, y salvo el calentamiento del comienzo, casi todo fue trabajo con balón: rondos, ejercicios de pases en espacios cortos y un partidillo, que comenzó con un gol de vaselina de Cristiano que fue respondido por los aficionados con un «Uhhhh» entusiasta. El portugués fue de los más aclamados: «Cristiaaano». Pero también «Jaaames», «Keeeylor», «Raaamos», «Marceeelo»…

Llegó el final, las últimas palabras de Zizou, y los jugadores se marcharon a firmar autógrafos y regalar balones. Sonó un villancico por los altavoces y el público empezó a desfilar. Fuera esperaba un pequeño atasco, pero a pocos les importaba. Con Zidane, han recuperado la confianza.

Source: Deportes

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