Ona Carbonell: "Te acostumbras a que te duela el cuerpo"

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«Tres minutos, cuarenta segundos» (Destino) es el primer libro de Ona Carbonell (Barcelona, 1990), la estrella de la sincronizada española. Es una biografía novelada de su vida en la que muestra lo que ella y cualquier deportista tiene que pasar para llegar al éxito. Alegrías y penas.

–¿Le gusta escribir?

–En mi casa se escribe mucho: mi hermano, mi padre, que ha escrito una novela negra… De hecho, siempre en competición nos escribimos e-mails con cartas, con poemas, usamos mucho la comunicación epistolar. Siempre me ha gustado. Para expresar sentimientos es más fácil.

–Habla de su primer sentimiento: miedo a ahogarse…

–Parece surrealista, pero casi todas las niñas que empiezan sincro lo primero que tienen es miedo a las apneas. Es una sensación a la que la mayoría de los mortales no están acostumbrados, primero en el agua y después ¡ahhh!, aguantar la respiración, parece que vas a explotar. Hay que acostumbrarse. Ahora me «ahogo» igual, pero de otra manera.

–¿Cómo se supera eso?

–Entrenando.

–¿Y al dolor cómo se le vence?

–Al dolor, con la cabeza. Somos seres de costumbres. Te acostumbras a que te duela el cuerpo, a no poder más y seguir, a la sensación de apnea… Tantísimas repeticiones hacen que te acostumbres. En general, siempre llegamos más lejos de lo que pensamos.

–¿Ganar hace que todo se olvide? Porque no todas ganan…

–Yo no lo diría así. No olvidas todo. Lo más bonito del deporte no es el resultado, es el camino. Mi pareja siempre me lo dice: «¿Tú crees que si tenemos hijos algún día te vas a acordar de si aquí ganaste una plata o un bronce? Les vas a explicar lo que has vivido».

–También cuenta momentos amargos, como cuando se quedó fuera de los Juegos de Pekín.

–Fue de los peores de mi carrera. Pero no por quedarme fuera, que también, sino por la manera (se enteró en el baño escuchando una conversación ajena). Al final, somos niñas. Cuando llegué a la Selección, interna, tenía 14 años; es momento de aprendizaje, de crecer, entonces hay cosas que duelen muchísimo. Es una impotencia tan grande que cuesta.

–De niña era una incomprendida…

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–Antes de ir al CAR era bastante insegura y siempre me sentía distinta, porque sólo quería entrenar y mejorar y la mayoría de mis amigas se iban a merendar con los amigos y yo no. Cuando llegué al CAR pensé que había encontrado mi sitio porque allí todo el mundo quería lo mismo que yo.

–¿Cuántas veces en su vida ha dicho lo de: «Vamos, Ona, con un par de ovarios»?

–Ja, ja, ja. Muchas. Ésta es una frase que nunca la había exteriorizado, pero la he escrito en el libro porque antes de cada competición me repito a mí misma: «Con un par de ovarios».

–El frío es su gran enemigo.

–Eso la gente no se lo imagina. Me he autodiagnosticado criofobia porque es algo más que pasar frío. Para mí ha sido muy duro porque durante años he luchado contra ello, he probado cremas distintas para aislarme, de todo. Hasta que después de trabajar con «mental coach» y de mucho entrenamiento y experiencia te das cuenta de que… Por ejemplo, es lo mismo que pasó en Pekín. Me daba contra la pared: «No puede ser, por qué a mí». Todo el día lamentándome, hasta que te das cuenta de que hay que adaptarse… Para mí los buenos se quejan y los mejores se adaptan.

–Su vocecilla interna está en el libro constantemente. ¿Vive en todos nosotros?

–Y tanto. Una de las cosas que más me ha gustado escribir es lo que me pasa por la cabeza siempre. Este libro no está enfocado a deportistas, ni a niñas de sincro. Puede servir para un empresario, una madre, un padre, un niño. Creo que es curioso ver cómo es el lenguaje interno y las discusiones mentales de alguien que todo el rato busca la perfección.

–Con los momentos duros que cuenta, no sé si muchas chicas querrán hacer sincro…

–Es bestia, ¿no? Pero a la vez explico las emociones. Es el contraste. Esto es así y no sólo en el deporte. Quien quiere ser el mejor médico del mundo pasa también por cosas muy duras.

–¿Qué le dice la vocecilla de los Juegos de Río?

–Al principio un poco triste por no haber logrado medalla, pero viendo los vídeos, analizando, muy contenta porque hicimos una final increíble, emocionamos a la gente. Queríamos innovar, hacer algo distinto, crear cosas nuevas.

–Tras lo de Pekín y después del éxito en Londres, se planteó dejarlo, siempre por Anna Tarrés.

–Durante mucho tiempo tuve una manera de vivir el deporte que no iba con los valores que yo creía, pero con el cambio en el cuerpo técnico se presentaba la posibilidad de vivir el deporte de otra manera y no lo podía desperdiciar. Me sentía con la responsabilidad de probar.

–Y Tokio 2020…

–Sí, sí, sí. Es el objetivo, pero me gusta vivir el momento.

Source: Deportes

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