Nadal no se encontró a sí mismo

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Cualquier comparación de Nadal con su pasado es injusta. Siempre saldría perdiendo porque lo que ha conseguido el ex número uno es difícilmente superable. Por eso es un ídolo mundial y por eso en Pekín, en las gradas, los aficionados locales lucen banderas de España y de Baleares y sufren cuando el zurdo tiene un día como el que vivió en los cuartos de final del torneo chino. Nada le salió. Durante la etapa que está atravesando el manacorense, en la que lucha por volver a codearse con los mejores después de las lesiones físicas y mentales y después de haber recuperado la alegría por jugar, se ha visto a muchas versiones del tenista español. Incluso una muy competitiva (ha ganado partidos a Murray, Wawrinka, Berdych, etc), pero la regularidad que siempre tuvo es lo que ahora le falla. Si en su estreno firmó un notable partido ante Lorenzi, al que dio continuidad en el primer set de la segunda ronda ante Mannarino, con Dimitrov nada le funcionó, empezando por el saque y continuando con la derecha. Hasta que no había pasado una hora de partido no consiguió ganar Rafa su primer servicio. Recibió cinco «breaks» consecutivos que le llevaron a perder el primer set (6-2) y a verse 2-0 abajo en el segundo. Entonces lo ganó, por fin, y sacó el puño para celebrarlo, pero enfrente ya tenía un rival crecido, que se veía capaz de todo y que continuó dominando hasta el triunfo final.

Los siete duelos precedentes entre ambos jugadores había terminado con victoria para el español, con mayor o menor facilidad. Esa ventaja psicológica la perdió con cada rotura en contra y con cada derecha que se le marchaba a la red o lejos. No sintió la pelota Nadal en ningún momento y la falta de confianza le hizo cometer demasiados errores no forzados. Es extraño que en un set (el primero) cometa 18 fallos sin ser obligado, once más que el búlgaro, un tenista sobrado de talento pero inestable al que se lleva muchos años esperando. Está arriba en el ranking (es el 20 del mundo), pero con los tiros que tiene se presume que puede llegar todavía más alto. También comenzó el partido Dimitrov con dos roturas en contra, pero después, cuando tuvo dificultades, encontraba el servicio directa que le hacía sobrevivir.

Tras ganar Nadal su primer juego al saque en el segundo set, siguió peleando y agarrado a la pista (llegó a tener dos pelotas de rotura con 4-3). Ésa siempre ha sido su especialidad, pero esta vez con las ganas y el sudor no fue suficiente. Sus golpes no tuvieron chispa para más.

Source: Deportes

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