Your ads will be inserted here by
Easy Plugin for AdSense.
Please go to the plugin admin page to
Paste your ad code OR
Suppress this ad slot.
Los asistentes a la pista Grandstand, que se ha ido llenando a medida que avanzaba la tarde, han podido ver a la mejor y a la peor versión de Garbiñe Muguruza en un mismo partido.
En los últimos cuatro años el Grand Slam americano ha tenido ocho finalistas diferentes en su cuadro femenino (y por ende cuatro campeonas), lo que habla de la igualdad que existe en la actualidad en la WTA.
Era un debut con muchas trampas el de Garbiñe. Después de solo un partido desde Wimbledon, la primera ronda en Cincinnati ante la a la postre campeona, llegaba la vencedora de dos Grand Slam a Nueva York para enfrentarse a la local Alison Riske.
El inicio del partido fue de poder a poder. Las dos tenistas aguantaban con «palazos» desde fondo de pista largos intercambios que raramente terminaban en errores. Las bolas de break eran la tónica general en todos los juegos.
Con paciencia, tuvo un warning en el primer juego, Garbiñe fue llevando el partido a su terreno. Perdió su saque, pero lo recuperó inmediatamente, para enlazar cinco juegos consecutivos y cerrar el set con un parcial de 11-1.
Your ads will be inserted here by
Easy Plugin for AdSense.
Please go to the plugin admin page to
Paste your ad code OR
Suppress this ad slot.
Había encontrado su sitio en la pista Garbiñe ante una Riske a la que le hacían mucho daño las bolas altas, lo que aprovechaba la española para subir con mucha determinación a la red.
Sin embargo en el segundo set, y tras un peleado primer juego en el que Muguruza salvó cuatro bolas de break, la española cedía su saque y no volvería a ganar su servicio hasta el tercer set, seis saques consecutivos con rotura.
Riske leyó a la perfección el partido, mientras que Garbiñe perdía su sitio, la precisión y también algo la cabeza. No encontraba solución a los paralelos de su rival que abría la pista desde el fondo y hacía correr a la doble campeona de Grand Slams.
Anabel Medina, que acompañaba a Muguruza en Flushing Meadows, se resignaba desde la grada. Su pupila perdía el segundo parcial de manera arrolladora por 6-1 y pese a que empezaba el definitivo con una rotura, de nuevo cedería su saque por partida doble.
Esa ventaja ya fue definitiva y Riske, que encontraba las esquinas y seguía con su precisión en los paralelos, se limitó a mantener su servicio y aprovechar los fallos de la española.
Finalmente, tras dos horas y 5 minutos de batalla, la dos versiones de Muguruza se despedían de Nueva York cerrando un año para olvidar, en el que se ha tomado un parón mental, ha roto con su entrenador y ahora tendrá tiempo suficiente para pensar en su futuro.
Source: Deportes