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«Nooo», respondía en la jornada de descanso Eusebio Unzúe cuando le preguntaban si Movistar seguía pensando en Nairo Quintana para la general. La pregunta se refería a una posible emboscada en la sierra de Madrid el jueves o camino de Gredos el sábado. Una maniobra como la que, de la mano de Contador, permitió al colombiano ganar la Vuelta en 2016. O, más allá en el tiempo, como la que sirvió a Pedro Delgado para su primera victoria absoluta en la carrera en 1985 camino de las Destilerías Dyc.
«Nooo», decía Eusebio Unzúe, al que no le gusta mucho desvelar la realidad de sus planes. Pero ese no era un sí. «Desde la salida iba mentalizado», reconocía Nairo en la línea de meta. Y desde la salida se preparó una emboscada de 40 corredores en la que se metió el colombiano junto a dos compañeros, Imanol Erviti y José Joaquín Rojas. Junto a ellos Wilco Keldermann, el siguiente en la general, y la mayoría de los esprinters: Bennet, Degenkolb y Jakobsen. Y con él, seis compañeros del Deceuninck.
La maniobra obligaba a Roglic a desgastar a su equipo en la persecución. Pedía ayuda al Emirates y tuvo que pedir más asistencia cuando Movistar se puso a tirar en el pelotón para dejar solo a Roglic. Sin equipo. La diferencia bajó, pero era una inversión para que volviera a subir después, cuando Roglic ya no tuviera a nadie dispuesto a trabajar por él.
El líder encontró la asistencia de Astana, pero no fue capaz de reducir la diferencia. El líder permanecía resguardado a espaldas del equipo de Miguel Ángel López y de la rueda de Valverde. Sólo tenía ojos para la rueda del campeón del mundo.
Ganó Gilbert en Guadalajara, remontando en el último repecho a Sam Bennett. Quintana perdió diez segundos con el ganador, pero ganó 5:18 respecto al líder. Ahora es segundo en la general y Valverde, tercero. La Vuelta revive en Guadalajara antes de afrontar las últimas etapas de montaña.
Source: Deportes