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Uno estaba sonriente y el otro no podía disimular un gesto de abatimiento. A Márquez sólo puede condenarle la fatalidad, mientras que a Dovizioso se le acaban las razones para creer. El combate definitivo por el título de MotoGP se presenta desigual y, se mire desde donde se mire, todos los caminos conducen a Marc, que está a un paso de ser un poco más único de lo que ya es. Ningún piloto español ha ganado cuatro títulos de MotoGP y esto es lo que va a conseguir él si los astros no se empeñan, y mucho, en ponerse en su contra.
Álex Crivillé fue el primero que se atrevió con las motos grandes, mucho después llegó Lorenzo y a ellos se unió Márquez, que va a dejar atrás a los otros dos en la galería de ilustres. Sólo en uno de sus cinco años en la categoría reina se quedó sin la corona, lo que prueba que su hábitat natural es la victoria. Todo lo contrario que su enemigo actual, para el que lo de este curso es algo excepcional. En 275 carreras en el Mundial, el de Ducati ha ganado 17 veces, una efectividad de poco más del seis por ciento. Marc ha vencido en 61 de los 167 domingos en los que ha corrido. Es decir, que el 36,5 por ciento de las veces que sale a pista, gana.
Andrea ha conseguido este año seis de las ocho victorias que acumula en MotoGP, pero entre la primera (Gran Bretaña 2009) y la segunda (Malasia 2016) pasaron 130 Grandes Premios. Un escenario impensable para Márquez, que vive prácticamente en el triunfo, algo poco frecuente que él convierte en rutina. Ambos vienen de lugares distintos y sus caminos se cruzan hoy en Cheste con una ventaja clara para el español. Más allá de los 21 puntos que tiene de colchón en la tabla, son las sensaciones las que más pesan a su favor. Dijo que afrontaría el fin de semana con normalidad y nadie le puede negar que ha hecho lo de cada cita de 2017. Hasta ha mantenido su costumbre con las caídas, una el viernes y otra ayer para llegar hasta un total de veintisiete. «Espero que ya haya cubierto el cupo», bromeaba en las cámaras de Movistar. En la de ayer no se hizo daño y le sirvió para buscar el límite y confirmar que ha apretado al máximo estos días. Otra cosa distinta será la carrera, donde no necesita correr tantos riesgos. «Sonrío, sí, pero eso no significa que esté relajado. No me lo puedo permitir», confirmaba. Siente la presión, y también su equipo, pero en su grupo prefieren ir a trabajar con buen ánimo, porque creen que es la mejor forma de afrontar los días con tantas cosas en juego.
Aunque lo tiene que confirmar después del «warm up», sí quiere Marc que le vayan indicando la posición de Dovizioso en carrera, para evitar así tener «que perder tiempo mirando las pantallas». Su estrategia dependerá de lo que haga el italiano y no descarta intentar ganar. «Tengo potencial para ello, aunque no voy a tomar riesgos. Me tranquiliza ver que hay tres pilotos con mejor ritmo que Andrea. Siempre es bueno tener un margen por si acaso», explicaba. Hizo la «pole position» (le entregaron el BMW que premia al mejor del curso contra el cronómetro), un objetivo prioritario junto al de hacer una buena salida. «Estando yo con Zarco y Iannone delante puede haber lío. Quiero llegar bien a las dos primeras curvas, es el momento de más riesgo», decía.
Dovizioso verá apagarse el semáforo desde la novena posición, la consecuencia de su falta de sensaciones en un circuito que no está hecho precisamente para la Ducati. «Es un trazado, digamos, particular y necesitas ser fluido para ir rápido. Yo no lo he conseguido, pero 30 vueltas son muy largas y puede pasar de todo», admitía no con demasiada convicción. Tiene que ganar sí o sí y sólo se siente con opciones de arañar algunas migajas del podio. «Estaba casi imposible al principio y ahora sigue estando igual», lamentaba. Necesita que pasen muchas cosas extrañas para sumar su primer título. Marc acaricia el cuarto y ser único.
Source: Deportes