Hortelano, en familia

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Suspendió Bruno Hortelano su comparecencia ante los medios. No le dejó su entrenador, Adrian Durant, porque quería llevárselo al estadio olímpico Joao Havelange a inspeccionar el campo de batalla, a visualizar la prueba de 200 metros en la que hoy va a competir en el tartán azul brasileño. Porque el atleta español va a cumplir la meta que se había marcado hace cuatro años, en Londres. De esa cita se cayó y fue un duro golpe para él. Su presencia pública se ha multiplicado después de las últimas hazañas. Primero superó el récord de España de los 100, que tenía Ángel David Rodríguez desde 2008. Lo dejó en 10.08 en las semifinales de la reunión de Madrid y en 10.06 en la final. En los 200 también rebajó la plusmarca nacional que, por cierto, era suya. En el Mundial de 2013 se metió en las semifinales y dejó un registro de 20.47. En un mitin en Inglaterra, hace apenas un mes, se fue hasta los 20.18, una marca más que considerable. En los Juegos de Londres le hubiera servido para ser sexto, diploma olímpico. Si en Río se colara entre los 8 mejores ya sería un éxito espectacular. Un español en la final de 200 era algo impensable, de locos, hace no tanto.

Cuando Hortelano batió el récord de España de 200 tenía a Bolt unas calles más allá. El español correrá hoy en la segunda serie de los 200, a las 16:57, hora española. Usain lo hará en la novena, 49 minutos después. Es curiosa la historia de Hortelano. Nació en Australia, donde fueron sus padres, científicos de biología molecular, a buscar trabajo. Creció en Canadá, donde se trasladaron y tomó contacto con el atletismo, del que su padre es un apasionado. Era el típico chiquillo coordinado al que se le daban bien todos los deportes. Y se entrena en Estados Unidos, donde ha conseguido licenciarse en Ingeniería Biomecánica. Cabeza y piernas, lo tiene todo. Pasó una mala época con las lesiones, que le enseñó que el entrenamiento no acaba sólo en la pista. Empezó a dar más importancia al descanso, cuidó su dieta y pasó de comer tres veces al día, a hacerlo cuatro o cinco, reduciendo el azúcar al máximo. En 2016 volvió fuerte y ha congeniado perfectamente con su técnico Adrian Durant, que fue velocista también en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y cuyas marcas ya ha dejado atrás Bruno.

Nunca perdió el contacto con España, pues en Navidades o veranos se va a Málaga o a Madrid a ver a la familia. Gran parte de ella estará en las gradas del Joao Havelange. Estarán sus padres, su hermano, sus tíos, su abuela, que tiene 90 años, y su novia. Renunció al 100 para centrarse en el 200. Cada vez que le preguntan por Bolt contesta, desde el respeto, que lo ve «como a un rival más porque así» tiene «que verlo». Eso demuestra su ambición. Aunque es joven (en septiembre cumple 25 años) en 2011 ya se entrenaba para lo que va a vivir hoy. No cree en la genética y opina que cualquier país puede parir un buen velocista, sea blanco o sea negro. Él es el ejemplo.

Source: Deportes

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