Eugenia Bustabad: "Tienes que ser fuerte, rápida, ágil, flexible, inteligente…"

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Unas trencitas en el pelo y el pantalón corto de la suerte debajo del maillot. Si acaso, no pasar por entre una escalera por aquello de la superstición. Con este ritual y poco más, Eugenia Bustabad está preparada para luchar. Medio de Las Palmas, donde nació y de donde tiene el acento; medio gallega, de donde son sus padres, esta luchadora rompe moldes. No es muy corpulenta, es mujer y se dedica a un deporte que los tópicos dicen que es para hombres. «Lo he escuchado mil veces, pero eso lo lleva cada uno dentro. No tiene nada que ver que hagamos lucha con que seamos femeninas. Ya me ves, siempre con las uñas pintadas… Cada vez que digo que hago lucha no se lo creen», explica. Tras esta guerrera, que empezó practicando judo y de ahí derivó a la lucha olímpica, hay una persona sensible. «Lo sufro por dentro», admite. De niña, por la tensión, lloraba al acabar cada combate, ganara o perdiera. «También como enfermera debo tener esa sensibilidad», piensa. Con 23 años, ha terminado la carrera. «Y estoy estudiando para la especialización: matrona», desvela. «Es un gran sacrificio: entrenar mañana y tarde, estás reventada, pero aprendes que si tienes dos horas para estudiar, son dos horas a muerte», continúa.

«El espíritu de luchadora se lleva dentro», insiste en el CAR de Madrid, que ya es como su casa. «Siempre he sido independiente, es lo que me han inculcado mis padres, y no me costó adaptarme», comenta. Esa filosofía de lucha la aplica a la vida y a un deporte que considera «de los más difíciles de entrenar». «Tienes que ser fuerte, rápida, ágil, flexible… A veces frustra, porque nos entrenamos mucho y en ocasiones no se ven los resultados», analiza. Es una pelea de dos en la que el objetivo es inmovilizar a la adversaria con la espalda en el tatami tres segundos. «No se puede estrangular ni golpear… pero cuando el árbitro no ve algún dedo te puede llegar al ojo», reconoce. Son dos asaltos de tres minutos, pero a veces entrena cuatro para llegar fresca a los instantes finales. Para Río no se clasificó, pero Eugenia es joven. «Para Tokio 2020 estaré a tope. En España se llega al máximo nivel entre los 26 y los 30 años, quizá porque como aquí la lucha no es muy conocida, hasta que no vas al extranjero no coges el nivel. No compito contra el crono, sino contra rivales, y si no luchas con las mejores no mejoras», detalla.

«Lo hacemos por hobbie, porque vivir de esto es imposible», afirma quien, junto a Jesús Gasca, Juan Pablo González y Daniel Rama, es una de las becadas de Podium en lucha. «Podium ha sido un empujón hacia arriba. Te puedes pagar competiciones en el extranjero. Lo he notado», agradece desde Madrid donde, eso sí, echa de menos a su perro Jachico, que está con sus padres en Galicia, y el mar: «Eso no puedo ni pensarlo. Sólo pasear por la playa me llenaba de energía».

Source: Deportes

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