El partido que no pudo ser en el Mundial

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El clásico número cien entre Brasil y Argentina se jugó ayer en Arabia Saudí. Suena raro, pero son los tiempos que le toca vivir al fútbol actual. El gran partido del fútbol suramericano, a miles de kilómetros de su lugar de nacimiento, en un estadio ultramoderno con capacidad para más de 60.000 personas y bajo un calor y una humedad asfixiantes. La ciudad de Yeda, en Arabia Saudí, tuvo el honor de acoger el centenario de una rivalidad histórica, gracias a los petrodólares y a mayor gloria de los patrocinadores. Un partido en el que sólo las patadas a Neymar se salieron del guion de los amistosos, y que no pudo ser en el Mundial porque ninguna de estas selecciones vive su mejor momento.

Este enfrentamiento podría haber sido una de las semifinales de la pasada Copa del Mundo, pero en su lugar se disputó un Francia-Bélgica, verdugos de estos dos clásicos en proceso de renovación. Los galos dejaron fuera a la albiceleste y Bélgica se cargó a los de Tite, que llegaron a Rusia entre los dos o tres favoritos. Así que el duelo número cien entre amarillos y albicelestes fue en la casa del Al Ittihad y el Al Alhi, los dos clubes de la ciudad. Hasta allí se fueron y resultaba extraño también ver a Chiqui Tapia, el presidente de la AFA, en el palco junto a dos jeques, seguramente parte de los que han conseguido que Neymar y Dybala jugaran en Arabia a pocos días de retomar la Liga con sus clubes.

Brasil puso en escena casi todo lo que tiene, con un once titular muy próximo al de gala. La canarinha no se ha apartado del camino que la llevó brillantemente a la Copa del Mundo, aunque Tite dé muestras de cierta apertura hacia el juego ofensivo. Puso a Coutinho en el trivote del centro del campo, con Arthur además de Casemiro, el único en toda la alineación con un claro espíritu de trabajo. El otro gran trabajador jugaba en punta, Firmino, junto a Gabriel Jesús y Neymar, que se llevaba una patada cada vez que tocaba la pelota. Es lo que sucede siempre que juega el brasileño, muy castigado por los rivales, y más si enfrente está Argentina.

La consigna parecía clara, darle duro. El árbitro no tenía pensado mostrar tarjetas, pero no le quedó más remedio que sacarle una a Paredes después de la segunda tarascada innecesaria. Del partido, pocas conclusiones futbolísticas se pueden sacar, porque el calor hizo que el ritmo fuera lentísimo. Pudo marcar Miranda en la primera parte, cuando Argentina sólo se defendía y aguantaba. La albiceleste vive una transición que se alarga más de lo esperado. Scaloni, Aimar y Samuel, técnicos de las inferiores, son los que están al frente, a la espera de que lleguen los nuevos responsables. Al menos un seleccionador que sea presentado oficialmente y tome el relevo de Sampaoli. Sin Messi y con Maradona lanzando mensajes no precisamente constructivos, el panorama no es muy alentador, por mucho que vayan saliendo jugadores nuevos e interesantes. Ayer el más nuevo era Renzo Saravia, lateral de Racing y que estuvo muy bien delante de Neymar. Entre todos han matado la inagotable cantera argentina, que ya no saca cracks con tanta frecuencia.

El clásico centenario lo ganó en el último minuto Brasil con un cabezazo de Miranda tras un córner sacado por Ney, el mejor del partido. Por suerte, el tanto final evitó el empate y una ridícula tanda de penaltis para definir el ganador del ¿trofeo? que había en juego.

Source: Deportes

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