El campeón que no sabía ganar

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El nuevo campeón de Moto3 es un chico surafricano que nació en Potchefstroom, la ciudad en la que España se concentró durante la Copa del Mundo de 2010, y ahora vive en Alicante. Él y su hermano Darryn querían ser pilotos y su familia se fue a Europa para que los niños cumplieran su sueño. En Suráfrica no había campeonatos competitivos y por eso se instalaron en Alicante. Brad ha dominado este año de forma abrumadora, pero le costó aprender a ganar en el Mundial. Durante cinco temporadas no encontró la forma: 75 carreras sin ser primero, algo que tampoco consiguió en las tres primeras del que ya es su año de gloria. «Cuando lo consigues, haces clic y te das cuenta de que no es tan complicado. La clave ha sido estar más relajado. Antes, cuando tenía problemas me frustraba y ya lo veía imposible. Ahora es distinto», explicaba nada más conseguir el título cuatro citas antes del final.

El clic del que habla lo vivió a lo grande, en Jerez, donde salió el último y acabó aprendiendo a ganar. Desde entonces, otros cuatro triunfos y sólo tres veces fuera del podio. «Ha sido una locura. He sufrido mucho. Quería ganar, pero ser segundo era suficiente. No puedo agradecer suficiente a mi equipo y a mi familia su apoyo. No me lo puedo creer, igual esta noche no duermo. Más tarde lo sentiré más», decía todavía con el mono puesto. En su país no hay tradición motera, ni la pasión de aquí por la velocidad. La atención mediática no será como si se tratara del capitán de la selección de rugby, pero sí que ha sido noticia estos días. «Mi teléfono no ha dejado de sonar cada dos minutos, creo que me espera una semana ocupada», bromeaba. En Suráfrica saben que tienen un campeón mundial de Moto3 y se han interesado por el primer local que gana un título en 36 años, que son los que han pasado desde que John Ekerol se impuso en la categoría de 350cc en 1980. Antes que él, en el 79, Kork Ballington había conseguido su cuarta y última corona. Desde aquellos éxitos, la nada, mientras los hijos de los Binder crecían.

La madre se llama Sharon y el padre, Trevor, un apasionado del motor que emplea buena parte de su abundante patrimonio en una enorme colección de motos. Él acercó a sus hijos a las carreras y ayer estuvo en Motorland vibrando con el éxito de uno de sus niños.

Source: Motociclismo

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