Controles y cacheos en el Calderón

La seguridad en el Vicente Calderón se ha incrementado un treinta por ciento ante la visita del Galatasaray. No se trata sólo del número de agentes que vigilan el estadio, por dentro y por fuera. Sobre todo se trata del control de los accesos.

Ya dos horas antes del encuentro los aficionados hacían cola para acceder al paseo de los Melancólicos desde Pirámides. Allí esperaban los primeros cacheos, revisión de bolsos, mochilas y obligación de desabrochar los abrigos.

Los conductores de los coches acreditados para acceder a las cercanías del estadio se veían obligados a abrir el maletero para la inspección policial. Algunos, incluso, se vieron obligados a hacerlo en dos ocasiones, al acceder a la calle Alejandro Dumas y al aparcar en el lugar correspondiente. A los residentes les bastaba con enseñar el carné de identidad para librarse de los controles. “Si yo sólo quiero ir al bar”, gritaba un veterano aficionado. Los más jóvenes apuraban sus cervezas antes de pasar por el control policial. No podían acceder con las botellas y los botes hasta el perímetro protegido del Calderón. Otros cuchicheaban esperando que el compañero no cargara con sustancias ilegales.

Después esperaban los puestos de venta de merchandising y chucherías a sus primeros clientes. Sólo se veía policía, a pie o a caballo. Y coches patrulla sin las sirenas, pero con las luces encendidas. Y más controles. A los hinchas del Galatasaray, que tenían reservadas para su acceso las puertas 7 y 9, les esperaban cacheos en profundidad, revisión de mochilas y de pancartas. A uno le hicieron desplegar en el suelo la que cargaba. Por el lugar donde tenían que acceder los turcos debían entrar también las personas acreditadas: recogepelotas, periodistas, azafatas… Todos debieron esperar la orden para poder acceder. Y, una vez dentro, más controles. Nuevos cacheos y aperturas de mochilas.

Source: Deportes