Keylor Navas: Dios y lentejas

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Antonio Selma jugó al fútbol en el Castellón, en Segunda División. «Era un futbolista joven, rápido y hábil. Era un nueve o podía jugar de once», asegura a LA RAZÓN. Había jugado en el Madrid, que le cedió al equipo de Castalia. «Me parece que sí tenía condiciones y el fútbol era mi vida. Pero cuando encuentras algo mejor…».

No lo dudó. Dejó el fútbol, dejó todo lo que había soñado «para trabajar, para ayudar a la gente, para predicar. Es inexplicable», dice cuando sabe que las palabras no van definir lo que le sucedió: ésa, la llamada de Dios. Se hizo pastor evangelista y, después, su hijo Tony Selma continuó su mismo camino. Jugó en los filiales del Levante y en la selección valenciana, pero también recibió la llamada que cambió los planes vitales de su padre. Como él, se convirtió en pastor evangelista. Y con los años, en el pastor evangelista de Keylor Navas.

El portero del Real Madrid no disimula su religión. Antes de los encuentros, sobre la línea de la portería, se pone de rodillas y, con los brazos estirados en horizontal, reza. Su mujer le suele despedir con la señal de la cruz sobre el pecho. «Él llegó a nosotros a través de una amiga», cuenta Benjamin Sasso, el pastor que le ayudaba en Costa Rica. Allí, con un grupo de personas, leían la Biblia: «Es una reunión pequeña de 8-10 personas donde se juntaban a leer y estudiar algún libro o tema de la Biblia. Es literalmente un estudio de lo que Dios ha dicho a través de su palabra, para conocer más a Dios y su voluntad para nuestra vida. Es el manual del fabricante que necesitamos conocer para administrar nuestra vida de la mejor manera», continúa el que fue su pastor en Costa Rica.

Keylor Navas destacó enseguida, le fichó el Albacete y después el Levante, en Valencia, donde entró en la congregación de Tony Selma, con quien hizo una buena amistad. «Se comportaba como uno más, aunque por su trabajo a veces no podía asistir», cuenta. Durante semanas ni siquiera supieron quién era. Él saludaba a todos y una vez al mes se quedaba a comer con el grupo para confraternizar. Keylor Navas nunca ha querido destacar. Estaba empezando a ser un futbolista famoso, pero en la congregación evangelista era uno más: si un día había que descargar un camión de naranjas, allí iba él a ayudar.

Su relación con el pastor se fue afianzando. Le pedía consejos, le contaba cosas y le hacía preguntas acerca de su religión. Los miércoles quedaban en casa de Tony, el pastor, para comer. Keylor Navas pedía que le hicieran lentejas. Le encantaban.

Navas disfruta de ese tipo de reuniones, tranquilas y familiares, donde los niños pueden jugar y los mayores se hablan con confianza; reuniones en las que se descubre cómo es la persona que tienes enfrente. Estuvo con Sergio Ramos este fin de semana en la finca del jugador del Real Madrid en Andalucía, o cuando su pastor de Costa Rica fue a visitarle a Valencia, lo llevó a una chocolatería Valor a tomar un chocolate con churros, que «en Costa Rica no se hace un chocolate caliente como ése», cuenta. «Tengo varios gratos recuerdos de esa vez, cuando fuimos a pasear y conocer un poco la ciudad». Benjamin Sasso, su pastor en Costa Rica, dice que antes, en su país, y más tarde, cuando iba a tomar chocolate sin que nadie le interrumpiese, o ahora, en el Real Madrid, cuando su vida ha cambiado radicalmente y ya no puede moverse tan libremente por la ciudad, Keylor sigue siendo «un muchacho seguro de sí mismo, pero humilde de corazón. Es un hombre simpático, le gusta reírse y pasar un buen rato con sus amigos». Keylor no olvida quién le aconsejó bien. «Cuando viene a Costa Rica nos visita. Hace como un año vino y nos acompañó a un campamento en la playa, también fue un tiempo especial». Keylor se siente seguro en esas situaciones. En Madrid, un pastor de la congregación de Benjamin le ayuda. «Entre amigos se puede sentir cómodo, pero siempre hay gente que no le conoce personalmente y lo ven como estrella del fútbol y no como amigo. (Me imagino) que debe de ser difícil para él encontrar lugares donde puede ser un simple feligrés, poder disfrutar de estar con Dios y otros creyentes sin la presión de ser una estrella», sigue Benjamin.

Tony Selma, su pastor en Valencia, también tiene gratos recuerdos de su intimidad con Keylor Navas. En verano o en primavera iban alguna vez a su casa, hacían largas sobremesas o les invitaba al estadio. Tony Selma tiene un hijo al que le encanta el fútbol y jugaban a lanzarle penaltis a Keylor. «Tirábamos y tirábamos y no le metíamos un gol. Iba contra sus principios dejarse meter uno. Le tiraba mi mujer y tampoco. No había manera. Pero por fin le hice un gol y mi hijo dos. Lo grabé».

En el Levante no jugaba y tuvo que ganarse el puesto. Para los futbolistas no es fácil vivir esos momentos. «Yo creo que la fe que tiene le da estabilidad para los días más duros. Cuando le conocí en el Levante no jugaba», cuenta Tony Selma, que intentó animarle: «No te preocupes», cuenta que le dijo, «Dios te va a levantar hacia donde tú no llegues con tu trabajo ». Ese día también estaba el hijo de Tony: «Tú vas a jugar en el Madrid». «Estás loco, si están Iker y Diego López», contestó Keylor. «Se irán y quedarás tú. Para Dios no hay nada imposible».

Source: Deportes

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