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«Para animar estar tarde de tenis levanten las pancartas con el nombre de su jugador preferido», decía el «speaker» de la pista Manolo Santana. Lo que se estaba viendo en la pista no estaba animado precisamente, y no por culpa de Rafa Nadal. El español hizo lo que debe, su trabajo, que era ganar el partido, pero con tanta contundencia que al público apenas le dio tiempo a paladearlo. Pocos sospechaban que iba a suceder lo que sucedió después de que el manacorense ganara los siete primeros puntos y los siete primeros juegos contra un oponente al que le costó empezar a creerse dónde estaba. En ningún momento aguantaba los intercambios con el español y sus golpes jamás lograban hacerle daño. Cuando ganó su primer juego, ya en el segundo set, el público, que idolatra a Rafa, hasta le brindó un aplauso porque quería ver más tenis. Y vaya si lo vio…
Se soltó Sousa al comienzo del segundo set y logró su primer tiro ganador. También su primer juego, y el segundo salvando dos pelotas de ruptura… Fue más sólido desde el fondo y se vio algún intercambio interesante, como en el que necesitó hasta cuatro remates para llevarse el tanto, con el público vibrando por fin. No le sirvió al portugués ese punto para evitar una nueva bola de ruptura con 3-2, pero entonces los paraguas comenzaron a aparecer en la grada y Sousa pidió que el partido se parara porque las líneas resbalaban. Diez minutos tarda el techo de la Manolo Santana en cerrarse. Todo ese rato estuvo sin parar Rafa, dando saltitos para no enfriarse, cambiándose de camiseta o practicando su derecha con golpes al aire. Se cerró el techo, echaron más arena para evitar que se formara barro y los dos jugadores volvieron a la pista. Salvó el luso esa pelota de «break», y después otra para igualar a tres. Se transformó en otro jugador. Pasó de ser un «amigo» a ser una amenaza. Es el número 35 del mundo y sacó sus armas: tiros más profundos en ambas direcciones ante un oponente que ya dudaba. Con las nuevas condiciones las pelotas ya no le cogían el efecto habitual al zurdo de Manacor. Botan menos y se convierten en más cómodas para su rival. Comenzó una batalla tremenda que se alargó porque Sousa por fin logró un «break» y llevó el duelo a la manga definitiva.
Cambió la cara de Nadal, agobiado, lanzando el puño cada vez que salía de una situación difícil (15-30 con 2-1 en contra, 0-15 con 3-2). Peligraba el triunfo de verdad porque el portugués estaba en una nube, suelto e inspirado. Pero cuando se acercaron los juegos definitivos hubo un momento de duda que Nadal no desaprovechó. Logró la ruptura: 5-3, y después el partido.
Después del decepcionante inicio pudo por fin aplaudir Cristiano Ronaldo, que estaba en la grada, a su compatriota. También estaba Arbeloa y en el bando «contrario» Saúl, uno de los últimos ídolos del Atlético. Les espera una final apasionante el día 28. También de órdago será la semifinal de Nadal contra Murray. El británico dio una exhibición ante Berdych (6-3 y 6-2) y está en forma. El año pasado ya venció Andy en la final en ese mismo escenario.
Source: Deportes