De profesión, jardinero. De vocación, boxeador

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«Lo que más me cuesta es el peso», reconoce Ardy Rodríguez, un boxeador menudo que tiene que esforzarse para quedarse en los poco más de 55 kilos que exige el peso supergallo, la categoría en la que compite hoy por el campeonato de España en el Casino Gran Madrid de Torrelodones contra Cristian Rodríguez. Tiene que rebajar su peso habitual en seis kilos para el pesaje. «Vuelvo a mi mujer loca con las comidas, que me tiene que hacer quinientas. Todo va pesado. Si son 100 gramos de una cosa y tomas 102 luego tienes que sudar más», advierte. Le cuesta sobre todo olvidarse del dulce, aunque a veces se salta las rutinas. «Por ejemplo, te entra la ansiedad y te apetece comerte un bollito. O vas con tu mujer por ahí y te la saltas», asegura. A lo demás, se ha acostumbrado, sobre todo a combinar su trabajo de jardinero con el «ring». «De esto es muy difícil vivir. Me gusta mucho, pero no se vive de ello en España. A lo mejor alguno tiene suerte, pero no es mi caso. Yo tengo una hija, me viene otra, y necesito trabajar para llenar la nevera de mi casa. Sufres mucho, porque después de trabajar toca venir a entrenar», dice.

Ardy, porque nadie le llama Álvaro desde que su padre lo vio en la cuna como si fuera una ardilla, se levanta temprano, trabaja, come y después de una siesta acude cada tarde a La Escuela de Boxeo para prepararse a las órdenes de Jero García. «Hay que medir muchas cosas en la preparación. Ardy, por ejemplo, es jardinero. Y el día que tiene que echar mantillo no le puedo entrenar igual que un día que no echa mantillo. La preparación siempre hay que variarla dependiendo del trabajo que haga porque son tantas horas de entrenamiento, que no podemos quemar a los boxeadores. Hay que estar muy encima. Ojalá pudiera entrenar mañana y tarde. Pero el boxeo profesional de profesional sólo tiene el nombre», asegura Jero.

«Yo tengo la suerte de que salgo a mediodía y me da tiempo a echarme un ratito, no mucho, pero me da tiempo a descansar. Llego a las tres o por ahí a casa, como y me echo un rato en el sofá hasta las 4 y media o cinco menos cuarto y luego me vengo para acá. Es muy sacrificado, pero me gusta mucho. En estas cosas hay gente que vale para boxear, pero no vale para pelear, porque lleva mucho sacrificio y algunos no valen para el sacrificio. No vale para hacer una dieta, no vale para quedarse cortado un fin de semana y no salir. Y luego hay gente que pone mucho empeño, pero no vale para pelear, porque tiene muchos fallos y por mucho que lo intentes no te va a salir», explica Ardy.

A él le pasó. Le gustaba el boxeo, pero el cuerpo y las ganas no le daban para más. «Yo empecé tarde porque antes trabajaba en la construcción y salía a las 7 de la tarde. Y venía aquí, pero me decían «vamos a correr». Y yo decía: «Yo mañana a las seis me levanto, vengo a entrenar porque me gusta y no me digas de ir a correr porque no». «Yo trabajaba hasta los sábados en la construcción. Y no. Yo venía a entrenar porque me gustaba, pero fallaba mucho. Luego éstos –los chicos del gimnasio– me empezaron a decir “que tú vales”, porque yo hacía de “sparring” con todos, “que eres muy vago”. Y yo decía “que no soy vago, tronco”». Hasta que un día, medio de broma, desafió a sus compañeros. «Voy a ganar a todos tus pupilos», le dijo a Jero. Empezó a correr con ellos, a tomárselo en serio, a entrenar más y hace dos años debutó como profesional.

Permanece imbatido en los seis combates que ha disputado, pero nunca se ha enfrentado a un campeonato de España. La pelea de hoy contra Cristian Rodríguez le permitirá cobrar una bolsa muy superior a la que recibe en cualquier otro combate. «El doble, pero también hace el doble de asaltos», puntualiza Jero. «Es una risa lo que cobran», se lamenta el entrenador, esperanzado en que algún día sus boxeadores «dejen de pelear por la gloria y empiecen a hacerlo por el dinero y por llevar el sustento a su casa».

Jero, ahora más conocido por ejercer de «coach» en el programa «Hermano Mayor», es uno de los responsables de que Ardy pueda disputar un campeonato de España en un escenario como el Casino. Entre Jero y su socio, Pablo Navascués, organizaron la primera velada. Al principio se encontraron con el problema del precio, 65 euros con cena incluida, «pero toda la gente que vino a la primera repitió a la segunda», explica Jero. Y a la tercera, el Casino ya ejerce como promotor y organizador del evento. «Se ha abierto una puerta que parecía inquebrantable. Gente que antes no se acercaba a los pabellones porque era en polígonos o porque eran bastante lejos, ahora sí se acerca. Y esa gente que viene pueden ser futuros patrocinadores, porque al final el boxeo, como cualquier deporte de élite, necesita el patrocinio, porque así es como vendrá la televisión. Y cuando hay televisión todo se magnifica. La TV vendrá cuando haya patrocinadores y los patrocinadores, cuando haya televisión. Era difícil entrar en ese bucle y lo hemos conseguido un poco ahí y a ver si esto va a más», cuenta Jero.

Mientras, Ardy tendrá que seguir trabajando, peleando por dar el peso. Y después del pesaje, otra rutina, la de la recuperación. En el combate estará arropado por todos sus amigos del barrio del Lucero. Y por su mujer. «Va siempre que puede, pero a las últimas, entre la niña y que está embarazada, no ha podido. Pero ésta el campeonato de España, me ha dicho que no se lo perdía. Mi hija se la dejamos a mi madre y ella va con su barrigota para allá», dice.

Source: Deportes

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