El fútbol era esto

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Antes de la final, llegó la gran prueba para el Real Madrid, que no se cansaba de reinar en Europa. Había pasado los octavos y los cuartos de final con la contundencia habitual, con los rivales felicitándose por conseguir marcar al conjunto que seguía dominando Di Stéfano. Pero llegó el Barcelona, entrenado por Helenio Herrera, un entrenador mítico, que creía que podía tomar la medida de un Madrid indomable. La ida se disputó en el Bernabéu. Fue un encuentro que empezó con los dos equipos precavidos y que rompió un tanto de Di Stéfano. El Madrid volvió a marcar, el Barça se acercó y el tanto al final de Di Stéfano dio aire al conjunto blanco para el choque de vuelta. El Barcelona, sin embargo, creía en la remontada. Lo que sucedió, en cambio, fue una noche de magia del Madrid: barrió a su rival y propició el despido de Helenio Herrera, que se marchó al Inter.

La semifinal fue el aperitivo de lo que iba a ser la final, frente al Eintracht de Frankfurt, en Escocia. El Madrid era el claro favorito, pero lo que se vivió esa noche no se lo imaginaba nadie. Se adelantaron los alemanes y después llegó una exhibición que ha quedado en la memoria como la mejor final jamás disputada. Con Puskas y Di Stéfano al mando, el Madrid barrió al contrario, con estilo, con alegría y con goles. En los periódicos españoles se leía al día siguiente que algunos aficionados acabaron llorando, emocionados por el partido de fútbol que acababan de presenciar.

«Di Stéfano y Puskas son estrellas de un equipo maravilloso», decía, según recoge Cihefe.es, el entrenador del conjunto alemán. Puskas fue el autor de cuatro goles, Di Stéfano, que ya había marcado en las cuatro finales anteriores, hizo tres. No hubo manera humana de parar a dos de los grandes colosos de la historia del fútbol, que firmaron una noche a la altura de su talento.

No había equipo en Europa comparable con el Real Madrid, ambicioso hasta hartar a los rivales: «El equipo no ha ahorrado esfuerzos. Durante los noventa minutos ha luchado a todo tren. Ni después de haber marcado siete goles trató de reposar», decía después el entrenador Miguel Muñoz. No lo sabían, pero ponían el broche de oro a cinco años que cambiaron el fútbol.

Source: Deportes

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