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El poder de la mente. Así es el tenis. La cabeza viene y va y hay situaciones que no tienen marcha atrás. Situaciones como tener enfrente a Rafa Nadal, un mito del tenis, ex número uno del mundo, y estar sacando para ganar el partido. Situaciones como verte 40-30, servir bien y tener una volea que cualquiera desearía para cerrar un punto: fácil, al medio y con una pelota blanda, pero… el golpe se fue a la red y a partir de ahí Alexander Zverev, el joven alemán de 18 años, desapareció y emergió la figura del español, impecable desde ese momento, dispuesto a sacar provecho de los miedos del rival, que se lo acabaron comiendo. No dio una más Zverev: cañas, dobles faltas, tiros fuera por medio metro… Y al otro lado Rafa sin dejar escapar a la presa y aprovechando la vida que le dieron para vencer por 6-7 (8/10), 6-0 y 7-5 en dos horas y 35 minutos y plantarse en los cuartos de final de Indian Wells, en los que se medirá al ganador del Isner-Nishikori.
El final del partido fue completamente contrario al principio. Después de volver y volver, de recuperar pelotas imposibles, de salvar un «break» en contra en el momento justo, el primer set se le escapó a Nadal. Ah, y después también de haber tenido un par de pelotas para llevarse el parcial en el «tie break» definitivo. La rebelión del juvenil Zverev se hacía real. 198 centímetros de tenista con un poderoso saque, que efectúa a la perfección, golpeando la bola bien arriba, aunque se le terminaron disparando las dobles faltas; con buena derecha y gran y variado revés, valiente en los momentos importantes, en esos momentos importantes, porque después… Resistía Rafa las embestidas de un oponente que flojeó con 5-4 y saque, pero que no se vino abajo y siguió ahí, para ganar un igualado desempate.
Pero, de repente, en el segundo set desapareció. ¿Algo mental, incapaz de mantener la concentración durante un periodo tan largo? ¿Tal vez algo físico? Algo que extrañaría porque apenas tiene 18 años. El caso es que el chaval pareció Nadal. Puede decirse que el ex número uno del mundo no está en su mejor momento, pero no que no mantenga la ilusión. De ganas va sobrado y lo demostró con su actitud y haciendo una ruptura en blanco en el segundo parcial, prolegómeno de lo que iba a suceder después. En cuanto se vio 3-0 abajo, Zverev dejó de pelear y se encomendó a lo que sucediera en el tercer set. Poco le importó recibir un 6-0 en contra. Quería guardar fuerzas para después.
La duda estaba en saber si podría volver a enchufarse después de la desconexión, y la respuesta no tardó en ser «sí». Comenzó el parcial definitivo sacando y se llevó el juego con comodidad. Esos primeros puntos eran importantes para saber si el partido iba a volver a equilibrarse. Lo hizo, y mucho, pese al primer estirón de Zverev. Pronto quedó demostrado que no estaba «muerto» y los poderosos golpes que había exhibido reaparecieron. El duelo de nervios estaba servido, y antiguamente ése era terreno del zurdo de Manacor. Pero ahora a Rafa también le afecta la presión, es más humano en ese sentido y parece que ha traspasado sus poderes de solidez a Djokovic. Vio cerca el alemán colocarse 0-3, tomar carrerilla, sólo tenía que sacar como hasta ese momento, pero entonces cometió dos dobles faltas. Del posible 0-3 al 1-2. Otra vez la igualdad. De los nervios de Zverev a los de Nadal: otro «break» en contra, 1-3, y así, con altibajos, hasta llegar al 3-5 y saque para el alemán, el momento de la volea que tardará tiempo en olvidar. En la red se quedaron sus esperanzas. El español ya no dejaría marchar la victoria.
Source: Deportes