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«Hemos pagado ocho millones por Kranevitter y no está ni en el banquillo», se ha podido escuchar recientemente en la zona noble del Calderón. También algunos prebostes rojiblancos lamentaron el miércoles que Augusto, el otro refuerzo invernal, no estuviera en la alineación ante el Celta, el equipo de donde vino y que conoce perfectamente a sus ex compañeros. Son ganas de enredar cuando el Atlético pasa por su peor hora deportiva y mañana tiene consulta de las grandes ante el Camp Nou, en un partido que puede marcar el rumbo definitivo del Atlético en la Liga, aunque el objetivo de ser terceros, como dijo Koke tras el empate con el Sevilla, parece asegurado si el equipo no entra en barrena.
¿Crisis, hecatombe…? En el Atlético se pasa del rojo al blanco en cuestión de minutos o de resultados. Hay que volver la vista atrás, mirar lo que ha hecho Simeone y comenzar a esculpirle un monumento como hicieron con Arsenio en La Coruña. El técnico tiene derecho a equivocarse en lo deportivo. El miércoles no hizo los tres cambios –Jackson se quedó en el banquillo cuando se necesitaban dos goles– porque prefirió utilizar a los jugones –Vietto, Óliver, Correa y Griezmann– ante unos defensores muy altos, que podrían fallar por abajo.
Ésa fue la explicación de Simeone, pero el problema real del Atlético desde que comenzó el curso es la falta de gol. Falta definición para transformar las ocasiones que se crean, y ya se sabe que el equipo no pisa mucho el área rival, que lo hace a través de llegadas desde atrás o por las bandas cuando están inspirados Juanfran y Filipe Luis.
Simeone prefiere refugiarse en su campo e ir ganando metros para llegar a terreno enemigo. La salida desde atrás con Godín y Giménez no es muy limpia. Miranda en ese aspecto era más efectivo. Además, no hay excesiva pausa en el centro del campo; el juego no se elabora en exceso y el papel de Koke ha bajado en relación a hace dos años. El canterano no acaba de ser un referente, con la personalidad para templar y mandar. Sigue dando pases buenos, pero se le nota desubicado por jugar en diferentes posiciones. Gabi, Saúl y Augusto cumplen perfectamente el papel que les encomienda el técnico, con errores incluidos como el de Saúl en el segundo gol del Celta.
El problema es el gol. Alguien que ayude a Griezmann. Con Jackson se han ido 35 millones al garete; con Torres más de lo mismo. El «Niño» tiene complicado seguir. La afición le idolatra, lo mismo que al técnico, por lo que Simeone no puede pasar a la historia como el verdugo de Torres, egos u otras cuestiones al margen. Fernando, deportivamente, ha estado mal, pero su salida no debe dividir a los aficionados y crear un cisma. Y con Carrasco, Vietto y Correa habrá que tener paciencia porque son jóvenes y tienen calidad. Son la guardería de un Atlético que necesita un goleador.
Source: Deportes