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Nadal ha ganado finales antes de jugarlas. Y su título en el Abierto de Australia de 2009 empezó a lograrlo en una semifinal que fue elegida por la ATP como el partido del año. Enfrente estuvo Fernando Verdasco y después de cinco sets y cinco horas y 14 minutos de raquetazos, Rafa se citó con Roger Federer para ganar su sexto «Grand Slam». En su estreno en el torneo que arranca el lunes, Nadal volverá a encontrarse con Verdasco siete años después de un partido inolvidable.
Los dos españoles están lejos de ser los jugadores que fueron en 2009. Rafa llega como número cinco del mundo. Está en su mejor momento en muchos meses y eso parece suficiente para pelear con todo el mundo, con una excepción: Novak Djokovic. El sorteo del cuadro ha sido amable con el ganador de 14 «Grandes». El serbio no aparece hasta una hipotética final y eso es una garantía de supervivencia. Si todo se desarrolla con normalidad en Melbourne, Nadal se toparía en segunda ronda con el israelí Dudi Sela (87 del mundo) y en tercera, con el francés Jeremy Chardy (31). Los dos rivales no deberían ser un obstáculo excesivo para el Nadal que alcanzó la final en Doha. En octavos llega lo serio. El cañonero surafricano Kevin Anderson (12) es un rival muy respetable y en cuartos se podría reeditar la final de 2014 ante el suizo Stanislas Wawrinka (4). La semifinal sería con su compañero de entrenamiento en la sesión de ayer, Andy Murray.
Antes de todo eso aparece Verdasco. El madrileño, con 32 años, parece más centrado en su vida personal y su relación con Ana Boyer que en su vida con una raqueta en la mano. Es el número 47 del mundo y estálejos del jugador que en 2009 rozó el «top 5». Aquella semifinal en Australia fue el partido de su vida… El problema es que salió cruz y a estas alturas de su carrera se antoja muy complicado que pueda recuperar el nivel que le convirtió en un habitual entre los 15 mejores del planeta.
En el cuadro femenino, Garbiñe Muguruza está más preocupada de la evolución de sus molestias en el tobillo izquierdo que del estreno ante la estonia Anett Kontaveit. La final del año pasado, Serena-Sharapova, no se repetirá, ya que ambas van por el mismo lado del cuadro. La parte del cuadro por la que no va la raqueta hispanovenezolana y que tendrá en Azarenka, en unos previsibles octavos de final, su gran examen.
Source: Deportes