Oblak sostiene al Atlético

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Puede estar 75 minutos mirando el partido con la misma tranquilidad que si estuviera en el sofá de su casa, pero cuando su equipo lo necesita, las manos de Oblak siempre aparecen. Al portero del Atlético nadie le molestaba, veía cómo los disparos de Bale se marchaban a la grada y los del resto tampoco se le acercaban, pero cuando se elevó Benzema para rematar de cabeza en el área sus piernas ya estaban en tensión, preparadas para impulsarle al lugar correcto. Y allí estaba, en el rincón de la portería que quedaba a su izquierda para despejar el remate del francés.

Oblak es un portero que gana puntos para su equipo. Si uno se quedó en el Metropolitano fue gracias a esa estirada que llevó sus dedos hasta donde parecía imposible que llegaran. Pero llegó, el esloveno siempre llega cuando su equipo está en apuros. Y lo hace sin darse importancia. «Era una parada básica de un tiro a un portero. Por suerte lo he parado. Estaba bien colocado. He visto el balón y podía pararlo. Cuanto menos encajemos, mejor para todos», explica.

Es un portero de equipo grande, no necesita que le acosen permanentemente para mantenerse despierto. También lo hace cuando eso ocurre, pero es sobre todo un especialista. El Madrid dominó la pelota, pero sólo Kroos le hizo esforzarse de verdad en un disparo en la primera mitad desde fuera del área. El resto del tiempo sólo tuvo que preocuparse de mirar. Y de estar atento por si Benzema remataba con mala intención buscando una esquina de su portería.

El «13» del Atlético ha sufrido la mala racha de su equipo en las últimas semanas. Encajó dos goles en tres partidos seguidos, uno de ellos el de la Juventus en la Liga de Campeones, pero ahí acabaron sus pecados. Ha encajado cuatro en toda la temporada dos de la Real Sociedad y otros dos del Eibar, pero conserva la media más que decente de algo más de medio gol encajado por partido.

Sus reflejos sirven para que sus compañero se sientan seguros y dan tiempo, por ejemplo, a que explote Joao Félix, que duró 70 minutos en el campo. Se marchó antes de que Oblak sacara sus manos. Simeone lo sustituyó por Marcos Llorente, una idea de lo que esperaba el preparador argentino de esos últimos 20 minutos. Fue el penúltimo movimiento del Cholo, que no deja de mover a sus futbolistas de sitio. El cambio de Lemar por Lodi mandó a Saúl al lateral izquierdo y a Koke al medio. La entrada del ex madridista reforzó el centro del campo para que fuera Correa el que ayudara a Diego Costa.

El único que no se mueve es Oblak. Simeone sabe que su equipo está a salvo cuando el esloveno está entre los palos. Y que reacciona cuando el partido lo pide. Y consigue que su equipo salga ileso en los momentos más complicados. «Ni nosotros ni ellos hemos arriesgado muchísimo. Nadie quería perder, los dos queríamos ganar. Pero nadie hizo algo para ganar», reflexiona el guardameta esloveno.

Oblak no quiere reclamar su posición como mejor portero del mundo. «Yo estoy entrenando cada día y haciendo lo mejor posible», dice. Y mientras, sigue sosteniendo al Atlético.

Source: Deportes

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