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Luis Scola, capitán y veternao líder del combinado argentino, decidió comenzar el Mundobasket sin equipo para centrarse en meter a su selección en los Juegos Olímpicos de Tokio. No quería comprometerse con un club antes de saber si durante la temporada tenía que acudir a las ventanas FIBA en un hipotético preolímpico. Ese es el compromiso que muestra cada jugador argentino.
Argentina y España han llegado a esta final cortados por un mismo patrón. La generación posterior a la edad dorada del baloncesto nacional. Si en la selección española sólo Rudy y Marc sobreviven de aquella plantilla que levantó el Oro en Japón hace 13 años, en Argentina, Scola es el único campeón olímpico, Atenas 2004, todavía en el equipo.
El capitán bonaerense decía antes de empezar el Mundial que el primer objetivo era clasificarse para la segunda ronda. Lo consiguieron. El segundo objetivo lograr un pase para Tokio, también lo lograron y el tercero era llegar lo más lejos posible en el Mundial, por ahora están en la final, gracias un juego colectivo con una intensidad propia de una escuadra ganadora.
Sergio Hernández ha armado un equipo. Todos los jugadores son conscientes de su rol y muestran un hambre que ha acabado con sus rivales, sin importar la entidad de los mismos. Al igual que España, Argentina también llega invicta a la final.
Siete jugadores se alternan en rotaciones, algo que teniendo en cuenta los 39 años de Scola, puede ser clave, aunque el ex del Baskonia está jugando, y aguantando, como si tuviera 19. Campazzo, Deck, Delia, Gallizzi, Garino, Laprovittola, Scola y Vildoza son los hombres de confianza de Hernández y se complementan a la perfección.
El Facu es el líder del juego, y junto con Laprovittola, MVP de la ACB, forman una pareja temible en la creación. Domina el tempo de cada jugada y es un peligro desde la línea de tres.
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El triple es un arma peligrosa en esta selección ya que sus exteriores son efectivos desde más allá del arco, pero también pueden entrar rápidamente a canasta buscando los dos puntos y a la vez liberando a Scola en la zona de tres, que lleva todo el campeonato con la muñeca caliente. Tanto Campazzo, Deck, Laprovittola, Scola y Vildoza castigaron a Francia desde la línea de 6.75.
El arsenal ofensivo de argentina va mucho más allá del perímetro. Gabriel Deck es un alero con la fuerza de un pívot y Scola no deja de mejorar en la zona. Claver, Marc y los Hernangómez tendrán trabajo el domingo, aunque puede que Scariolo vuelva a dar minutos a Oriola para intimidar en la pintura.
La velocidad en el ataque, y la idea del extrapass, es un continuo en las filas argentinas. España deberá defender al Facu como la ha hecho hoy con Patty Mills, pero contando con el peligro de tener en frente a un equipo con más «bajitos» con tiro.
Otra clave será conseguir cerrar el rebote defensivo. A pesar de no contar con jugadores que intimiden por su envergadura, Argentina carga a la perfección el rebote ofensivo, desde Scola y Deck a Campazzo, y se aprovecha de esas segundas oportunidades.
Pero el punto más fuerte de Argentina, al igual que ocurre con España es su defensa. Los sudamericanos son expertos en evitar bloqueos, meter manos y provocar pérdidas de sus rivales. En este aspecto tendrá que estar más atenta que nunca la selección española, que hoy ante Australia ha tenido varias «pérdidas tontas» por error en el bote o en el pase.
Será una final apasionante, el domingo a las 14:00 horas, en un partido que ha de ganarse desde la experiencia. Argentina es un equipo joven liderado por Scola. España está curtida en más batallas internacionales y quizás por ello parte como muy ligera favorita para levantar el título.
Las dos selecciones comparten gen ganador, veremos quién consigue llevarse el oro a casa.
Source: Deportes