Repóquer para el Barça del tridente

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Liga, «Champions», Copa, Supercopa de Europa y… Mundial de Clubes. El Athletic de Bilbao es el único que puede presumir de haber quitado un título (la Supercopa de España) a este Barcelona entrenado por Luis Enrique y liderado por un tridente de lujo, que ayer volvió a unirse, superadas la lesión de Neymar y el cólico nefrítico de Messi, para echar por tierra el buen trabajo de River, sobre todo en la primera parte.

Porque Luis Suárez se marchaba al descanso con media cara tapada con la camiseta. Sentía rabia. Había desaprovechado una ocasión clara que hubiera supuesto casi la sentencia en la final. Se lamentó el uruguayo porque estaban siendo pocas las oportunidades que tenía el equipo español de plantarse ante la meta de Barovero, por la buena labor de River. Eso sí, Messi había aprovechado una de ellas para poner en ventaja al Barcelona, pero el partido estaba siendo complicado. Quien pensó que iba a ser un paseó, se equivocó. Planteó el conjunto argentino una presión alta (Bravo había tocado el balón cinco o seis veces cuando no se llevaba ni un minuto), en primera instancia y un rápido repliegue después si los azulgrana superaban esa primera línea. A ello añadían intensidad y corazón, muchas ayudas, oficio y alguna que otra patada de más para desestabilizar. Tenían la final muy preparada. Con ese panorama, Busquets estuvo incómodo, a Iniesta le costaba entrar en juego y el Barcelona no tenía mucha fluidez en el juego. Era difícil controlar y pasar porque siempre había un jugador de los Millonarios preparado para robarlo, para molestar o para hacer la falta necesaria. Se le planteaba un buen reto al Barcelona, que anda sobrado de talento y de recursos. Con el centro del campo disminuido, probó con los cambios de juego de Piqué, con las salidas desde atrás de Mascherano y, por supuesto, con Messi. Si el «10» tenía secuelas del cólico nefrítico que sufrió la noche del miércoles al jueves, no se notó. Sus arrancadas rompen cualquier defensa y su oportunismo abrió la lata. La primera ocasión que tuvo disparó muy bien, pero encontró la respuesta de Barovero. A la segunda, no perdonó, al rematar con el exterior un balón dentro del área. Controló con el muslo y la pelota le rebotó en el brazo, en una acción abierta a interpretación. Valió el gol y lo más difícil estaba hecho. River había planteado el duelo como una partida de ajedrez y le salió bien porque minimizó las ocasiones de gol de su rival, pero a futbolistas como Messi es difícil encorsetarlos. Aunque hagas un buen trabajo, él encuentra una salida. También les faltó dar algún susto más a los argentinos, que se desplegaban con gente en ataque cuando robaban el balón, pero no terminaron de crear peligro, en parte por la extraordinaria labor de Piqué, tanto por tierra como por aire.

El gol de Messi valió oro y facilitó lo que vendría después. Porque River planteó algo similar al volver de los vestuarios, pero a la primera que se equivocó, fue penalizado, y Suárez pudo resarcirse de su error anterior. A Busquets le costó brillar en la creación, pero en la recuperación hay pocos como él. Su intuición no le suele traicionar. Forzó una pérdida para que el balón llegara a Iniesta. Andrés se la devolvió a Busi, y la contra ya estaba montada. El «5» del Barça buscó en largo a Suárez que, a la carrera, encontró la espalda de la defensa rival, encaró al portero y marcó, aunque su remate no fuera especialmente bueno. Durante 50 minutos, se había visto un más que interesante partido de fútbol. A partir de ahí, se vio un gran espectáculo sólo de un equipo. Así es el poder la mente. Aunque River trató de hacer lo mismo, ya no le salía. Ya llegaba tarde, ya corría sin más detrás de una pelota que domaban Messi, Suárez, Busquets, Iniesta, Rakitic, Neymar… Fueron muchas combinaciones a toda velocidad, regates de Neymar, que terminó picado con su marcador, Mercado, y a quien casi le sale una jugada maradoniana, y también varias las ocasiones desperdiciadas. Se lució el Barça, se gustó, y claudicó River ante un súper equipo que parece en plenitud. El tercer tanto llegó en una jugada «made in tridente»: de Messi a Neymar y de éste a Suárez, para que firmara el doblete en el partido y su quinto gol en el Mundial. El único de los tres que se quedó sin anotar fue Ney, y mira que lo intentó.

Un 2015 que empezó con tormenta, con la derrota en Anoeta y una crisis tremenda, ha terminado siendo el segundo mejor en la historia del Barcelona.

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0-River Plate: Barovero, Mercado, Maidana, Balanta, Vangioni, Kranevitter, Ponzio (Lucho González, min 46), Sánchez, Viudez (Driussi, min 56), Mora (Martínez, min 46) y Alario.

3-Barcelona: Bravo, Alves, Piqué, Mascherano (Vermaelen, min 81), Jordi Alba, Busquets, Iniesta, Rakitic (Sergi Roberto, min 67), Neymar (Mathieu, min 89), Messi y Luis Suárez.

Árbitro: Alireza Faghani (Iran). Amonestó a Kranevitter, Jordi Alba, Ponzio, Rakitic y Neymar.

Goles: 0-1 (min 36): Messi. 0-2 (min 49): Luis Suárez. 0-3 (min 68): Luis Suárez.

Incidencias: Lleno en el Yokohama International Stadium.

Source: Deportes

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