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Muchos futbolistas a los que Benítez ha entrenado a lo largo de su carrera están más que agradecidos al técnico madrileño porque dicen que les ayudó a mejorar y a adquirir habilidades que antes no tenían. Lo que sí aseguran todos, también los que le elogian públicamente, es que no hay técnico más insistente ( o más «pesado») en un vestuario. Benítez quiere controlarlo todo y que los jugadores jueguen casi de manera mecánica porque con ese método, además de la seguridad defensiva, ha construido su carrera, con evidentes éxitos. El problema que se está encontrando en el Madrid es que no consigue conectar con los futbolistas. Ayer, después de darles día de descanso como estaba programado tras la derrota del sábado, se reunió con ellos en el césped del campo de entrenamiento de Valdebebas, estuvo hablando él, sólo él, no mucho tiempo, y después continuó con el trabajo. Es el ejemplo claro de que falta comunicación entre el entrenador y la plantilla. Aunque asegura que habla con ellos individualmente, los jugadores no sienten o no piensan lo mismo que su entrenador.
En su mensaje de ayer el técnico les insistió en que estamos en noviembre y hay que cambiar y «remar» todos juntos, para rehacer el camino. Pero para convencer a su plantilla necesita variar un ambiente que casi nació torcido y no ha conseguido enderezar. En el vestuario del Madrid, Sergio Ramos es el jefe, el que da las voces; Ronaldo es el que más pesa sobre el campo. Ancelotti presumía de que su relación con esos jugadores era casi horizontal a la hora de tomar decisiones. Benítez no tiene esa confianza con los futbolistas, según decía Ramos, porque «aún es pronto», pero no parece que vaya por buen camino. Si la relación con el anterior técnico era de ida y vuelta, con Benítez es más jerárquica: manda él y, además, desde ahora cuenta con el permiso más claro por parte del club, no «para ser duro, pero sí para ser justo». Es decir, los jugadores se tienen que ganar los minutos en el campo. Todos, los más importantes y los que menos juegan.
Lo que sucede es que la plantilla no siempre comprende sus decisiones. La semana pasada, durante los entrenamientos, parecía claro que el futbolista elegido para estar en el centro del campo contra el Barcelona era Casemiro. No sólo por los ocho partidos enteros anteriores que había jugado es que además, el técnico mostraba su confianza en él. Pero en algún momento debió de cambiar de idea. Los futbolistas no lo supieron hasta poco antes de comenzar el partido, cuando el entrenador les comunicó la alineación.
No es un secreto que Ronaldo no se encuentra a gusto, que con Ramos ya ha tenido una discusión pública o que el colombiano James no puede ni ver a su entrenador. Son tres futbolistas importantes. Con Ancelotti, el nivel de complicidad era máximo y eso, se piensa en el club, pudo relajar a los futbolistas. El italiano es añorado por los jugadores, mientras desconfían de Benítez, del que ya han descubierto lo insistente que es. Está dándoles instrucciones en todo momento, tomando nota. En los partidos no hay descanso para los futbolistas, que reciben correcciones en cualquier tiempo muerto del juego. Y los jugadores miran con superioridad quien les da lecciones y no ha pisado un campo de fútbol. Pasó con Mourinho y está sucediendo con Benítez en este comienzo de temporada.
Source: Deportes