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A Keita Baldé le pareció excesivo el castigo del Barcelona de mandarle un año a jugar al juvenil del Cornellá. Lo de llenar de cubitos de hielo la cama de un compañero en un torneo disputado en Qatar era sólo una broma y decidió no volver nunca al club azulgrana. Marcó 47 goles en su año de cesión y el Lazio pagó 300.000 euros por su traspaso. Era el verano de 2011, Keita tenía 16 años y sólo tardó dos más en debutar con el primer equipo. Su vida iba deprisa, tanto como el Lamborghini que estrelló contra un muro a los 19 años. Eran las 4:20 de la mañana y la tasa de alcohol no hubiera superado el límite si no fuera porque al ser un conductor novel no le estaba permitido beber. Tampoco podía circular a la velocidad que circulaba cuando se estrelló. Además, estaba de baja por una lesión en el sóleo. Pero nada de eso cortó la carrera del delantero senegalés. En aquella época aún estaba pendiente de una llamada para jugar con España. Pero sus padres, nacidos en Senegal, no
solicitaron la nacionalidad cuando nació –lo que sí hicieron después con su hermano pequeño– y cuando la solicitó los trámites se enredaron tanto que nunca acabó de recibir los papeles. Por eso se decidió tarde a debutar con Senegal. No lo hizo hasta 2016, en la fase de clasificación para la Copa de África de 2017. «Mi gran sueño se hace realidad. Mi corazón me dice que juegue con Senegal», decía en su estreno como internacional. Aunque sus sueños han sido varios durante su carrera. El último fue jugar en la Juventus, pero el Lazio no quiso escuchar la oferta. «Tenemos ofertas de 30 millones por él, pero me dijo que sólo quería ir a la Juventus. Ellos me han ofrecido 15 millones. No voy a vender al jugador por la mitad de la oferta más baja que he recibido», decía Claudio Lotito, el propietario del club romano a «La Gazzetta dello Sport». El verano pasado consiguió salir del Lazio, pero después de un año tormentoso en el club. «No acepto el trato que me está dando la directiva», decía en su cuenta de Twitter en el verano de 2016. No tardó mucho su club en sancionarlo por simular una lesión para forzar el traspaso. «Tengo contrato con el Lazio, pero todavía sueño con jugar en los mejores equipos del mundo, como el Madrid, el Barcelona o el Manchester United», añadía meses después y al final de curso se declaró en rebeldía. Ahora juega en el Mónaco, que pagó 30 millones por él para que fuera el sustituto de Mbappé y hoy puede debutar con Senegal en un Mundial. Ya nunca podrá jugar con España. Lo más cerca que estuvo fue cuando jugó con la selección de Cataluña contra Euskadi.
Source: Fútbol