Asalto a la fortaleza roja

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Mañana, 22 de noviembre, se cumple un año de la última derrota del Sevilla en el Sánchez Pizjuán, un estadio que en los últimos tiempos se ha granjeado justificada fama de inexpugnable. Fue en esta misma fase de grupos de la Champions, frente a la Juventus, en un encuentro en el que la tropa de Sampaoli sufrió un arbitraje espantoso –rigurosa expulsión del Mudo Vázquez, injusto penalti en contra al borde del descanso–. Otro monumento del fútbol europeo, el Liverpool, visita esta noche el rodeo sevillista, donde una victoria local propulsaría a los hombres de Berizzo a los octavos de final. La ocasión nos retrotrae noventa años, cuando Stalin se asentaba como heredero único de Lenin al frente de la Revolución Bolchevique y el purgado Trotski agrupaba a un puñado de leales para intentar derrocar al georgiano. La primera organización trotskista de la historia se bautizó «Fortaleza roja» y la batalla en la que la laminaron los agentes del Moscú rojo, el naciente Komintern, fue sorda pero cruenta, con centenares de ejecutados en Europa hasta que Lev Davidovich Bronstein fue asesinado en México.

El suntuoso palmarés «red», la fuerza del Liverpool frente a la fortaleza roja (y blanca), choca en este encuentro con la firmeza casera de un Sevilla que presume de haber marcado en los veintitrés encuentros que ha disputado como local en la máxima competición europea y que ha ganado cinco de los seis partidos disputados en el Pizjuán ante rivales británicos: sólo el City de Pellegrini salió victorioso de un estadio en el que inclinaron la cerviz el Rangers, dos veces, el Arsenal, el Tottenham y el Leicester. Además del partido de ida en Anfield, donde empataron a dos, el único precedente entre ambos conjuntos es la final de la Liga Europa de 2016, en la que los andaluces remontaron (1-3) el gol gracias al que los ingleses se iban en ventaja al descanso.

Pero a pesar de estos precedentes y de la igualdad del grupo, encabezado por el Liverpool con ocho puntos seguido del Sevilla con uno menos, los de Jürgen Klopp son un adversario de cuidado. Lanzados por una racha de cuatro victorias, poseen el arma que más daño puede hacer a los sevillistas: la velocidad. El ataque «red» es una explosiva combinación de la calidad que imponen los brasileños Coutinho y Firmino más el supersónico poder africano representado por Mané y Salah. El segundo lleva catorce tantos anotados esta temporada, los mismos que todo el Sevilla en Liga. El cóctel lo completan dos laterales en ebullición, el joven internacional inglés Joe Gómez y el exsevillista Alberto Moreno.

La victoria hoy clasifica a los de Berizzo para octavos; el empate les deja el pase a tiro de tres puntos fácilmente sumables en el campo del Maribor; y la derrota asegura al Liverpool la primera plaza, lo que facilitaría la victoria del Spartak en Anfield dentro de dos semanas y la consiguiente eliminación sevillista. Los malpensados, desde luego, clamarán «biscotto» en caso de que se dé una igualada que no resolvería la vida a nadie, pero que se la haría más cómoda a todos. La derrota hoy sería terrible para cualquiera de los dos, así que es probable un duelo cargado de precauciones. Y a quien Dios se la dé, que San Pedro se la bendiga.

Source: Deportes

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